Columna


Cartagena: no maten el turismo nacional

CECILIA LÓPEZ MONTAÑO

19 de octubre de 2021 12:00 AM

Regresé a Cartagena después del confinamiento, de sobrevivir al COVID, y de sufrir ese frío intenso que hemos soportado quienes vivimos en Bogotá. Además, no podía resistir la necesidad de disfrutar esta ciudad que sigue siendo bella a pesar de todo lo que sufre por sus dirigentes. Quería sol y disfrutar de su gastronomía y de su gente; pero después de una semana tengo que confesar que no la reconozco y que he tenido muchas sorpresas muy negativas, que me llevan a una conclusión que ojalá obligue a sus autoridades y al sector privado a reflexionar.

Mi conclusión es la siguiente: Cartagena ha decidido ajustar sus precios y más aún su actitud a la demanda internacional e ignora el costo que puede ocasionar que de esa manera saquen del panorama nada menos que a las distintas formas que adquiere en esta ciudad, el turismo nacional. Varios botones como muestra de esta situación.

Una ida a la peluquería puede costar entre $25 y $30 dólares, cuando el precio nacional es equivalente a más o menos $10 dólares. Eso valía antes de la pandemia y es el precio normal inclusive en Bogotá. Un jugo natural de esas frutas tropicales que abundan en nuestro país es tan costoso como una copa de vino, tal como sucede en España. Limonadas a $6 dólares y una cuenta en un restaurante para dos personas no baja de $40 dólares sin vino ni otro licor.

Es decir, una familia colombiana cuya gran mayoría tiene ingresos muy bajos, se espanta y si viene una vez a esta ciudad no vuelve sencillamente porque no puede. Sin duda este dólar caro atrae a los extranjeros y esto es un estímulo para este turismo, pero, ¿alguien ha calculado el costo de desestimular el turismo nacional? Créanme, Cartagena se está volviendo realmente imposible para quienes viven en pesos y no parece haber la mínima conciencia de esta realidad entre quienes manejan este mercado en la ciudad.

Ahora bien, aquellos que tienen propiedades en esta ciudad y solo la visitan esporádicamente se enfrentan a costos inmanejables y poca seguridad en el tipo de servicios que demandan. Este sector de colombianos también está siendo tratado o mejor maltratado cuando requieren servicios y bienes en esta ciudad, y se olvida la contribución que hacen con sus impuestos, con su permanente demanda de trabajo por parte de personas de la ciudad y con su consumo. En general, Cartagena aparece hoy solo enfocada en los dólares y en quienes dejan esta moneda en su economía, pero despreciar a los colombianos que son turistas permanentes o esporádicos, es un error que puede afectar significativamente la economía de una ciudad que necesita de estos recursos.

No maten el turismo nacional en sus distintas formas, porque cuando se revalúe el peso, Cartagena se puede quedar sin el pan y sin el queso.

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