Una vez más estamos viviendo las críticas a nuestra vicepresidente y la defensa que expone públicamente Francia Márquez. En esta ocasión la atención es por el gasto que generó su viaje a África y su amparo es que los cuestionamientos a la cantidad de dinero que costó la misión se deben a un “sesgo racial”. Al parecer la doctora no ha entendido que ella es un personaje gubernamental, su salario lo paga el Estado y todo lo que gasta es del erario de los colombianos. Ella y cualquier funcionario están obligados por un código de ética de la función pública, e independientemente de su jerarquía, presta servicios en relación a la dependencia vicepresidencial que es una entidad sometida a la Ley 2027 (Estatuto del funcionario público del 27 de octubre de 1999).
Los cuestionamientos a sus gastos distan de ser racismo ya que no es justificable que la señora ande en helicóptero para temas personales y viaje con una delegación que incluya a su novio a un destino de 9 días por Sudáfrica, Kenia y Etiopía con una comitiva de 53 personas. Para nadie es un secreto que Etiopía es uno de los países más pobres de África: la mitad de sus 77 millones de habitantes vive por debajo del umbral de pobreza y el nivel de desnutrición infantil es uno de los más altos del mundo. Un 34% de los 17 millones de kenianos pobres viven en zonas urbanas, la mayoría en asentamientos informales y en algunas zonas, el 95% de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza.
Con esas cifras es claro que el cuestionamiento no tiene que ver con su color de piel. Al parecer a ella le pesan algunas cosas a las que le achaca todo lo que no le gusta oír. Los colombianos somos una gran mezcla de razas. Hay que sentirnos bendecidos de haber nacido en un país donde nos fusionamos indios, mulatos, blancos y un gran número de castas. Lo único que no tendremos nunca será una talla de 1.80, ojos azules y la presencia de Nicole Kidman. Pero somos igualmente bellos y nuestra inteligencia y capacidades no se basan en lo físico.
Es hora de parar las diferencias apoyándonos en la apariencia y abrir camino a las oportunidades que le da una posición como la que ocupa. La señora Márquez siempre ha sido una líder social que ha defendido derechos humanos y esta vez nos representa a todos. Su cargo no le permite ser ella quien sesgue el destino de los recursos en gastos suntuarios o en naciones que no enriquezcan la economía colombiana.
Basta de justificar las malas decisiones con comentarios raciales y diferencia de clases. Pobres hay muchos en este país y ella podría hacer una gran labor en programas locales de beneficio para su región y los descendientes africanos que hay en el país.
Comentarios ()