Columna


No te rindas

ALCIDES ARRIETA MEZA

15 de septiembre de 2017 10:04 AM

Fue una de las frases dichas en su visita a Colombia, por Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, un técnico químico, licenciado en filosofía y teología, profesor de literatura y psicología, líder universal de inmensa estatura espiritual, de excepcionales calidades humanas, que nos presenta una nueva textura de la iglesia católica.

Bergolio, respetuoso de la libertad de cultos, profesa una mística que seduce, embriagante alimento, que promueve las bases de un verdadero culto a Dios, centrado en el amor, en el perdón, no solo a partir de la palabra sino de las acciones. Nos insta a construir la justicia social no solo con a boca, sino también con las manos.

El papa, Francisco, está a la altura de los más y las más grandes líderes de paz, como, Agnes Gonxha Bojaxhiu; Skopje, la madre teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Benkos Biojó, entre otros, paladines mundiales de la paz y de la justicia social, del cual deberíamos ser sus émulos, es decir, fieles multiplicadores.

La evangelización y la encíclica franciscal, deben coinvertirse en un axioma, que enfrente las causas estructurales de la pobreza y la exclusión, hasta eliminar los crímenes de la inequidad social, estos, no aprobados por el altísimo, sobre todo en momentos en que el mundo hay 815 millones de nuestros hermanos con hambre y más de 777 millones con desnutrición crónica. América Latina, Colombia y Cartagena, no son ajenos a este drama.

Las lecciones del papa no son solo para los católicos, es para toda la humanidad, mensajes necesarios en estos tiempos difíciles, capaces de generar optimismos que produzcan la certidumbre propositiva de impulsar cambios radicales del actual estado de cosas. Son ensayos de las nuevas formas de la misión pastoral, guía de los líderes espirituales, cualquiera sea su credo, por cuanto, el centro del amor de Dios no debería ser otro que el bienestar de la especie humana, lo demás es hipocresía religiosa.

El renacer de la fe es pensar que la fraternidad, la solidaridad, la paz, han de constituirse en pilotos rectores de las conductas oficiales y sociales, que en las palabras del papa, sería, “tomar el catecismo, redescubrir los diez mandamientos y las bienaventuranzas, su proyecto es sencillo, si se sigue a Cristo, se comprende que pisotear la dignidad de una persona es pecado grave”.

Este maravilloso ser humano le da fuerza y potencia a las palabras de Jesús, es coherente entre el predicar y practicar, representa la reingeniería de una iglesia, que pese a sus históricos pecados capitales, y su alejamiento de su misión social, hoy emerge protagónica, reditando sus contenidos, sensible al dolor de los miles de millones de personas, hoy destruidas y humilladas por la globalización de la miseria y la avaricia de unos pocos.

Fascinante el papa, por decir lo menos. En Cartagena se fue para la periferia, para la ciudad abandonada, allí, donde deben llegar nuestras miradas, obras y buenas acciones.

En ese escenario, habló del amor hacia al prójimo, de la bondad que debemos portar todos. Dijo a sus pastores que salieran de la zona confort, es decir, los invitó a ser predicadores y activistas del bien común. Las luces están encendidas, la de las divinidades. Francisco trajo las suyas, nosotros debemos encender las nuestras.

ADENDA : Constancia dos: Señor alcalde ( E ), doctor, Sergio Londoño Zurek; señor director del DATT, Edilberto Mendoza; señor comandante de la Policía Metropolitana, Luis Humberto Poveda zapata, hemos informado, que la calle 29 D, del pie de la Popa, se ha convertido en la calle del Cartucho, hay indigentes, ocupación del espacio público de todo tipo, obstrucción de la entrada a las viviendas por parte motocicletas, violación normas de tránsito, caos generalizado, que viola y amenaza derechos fundamentales. Sus respuestas, hasta ahora, han sido el silencio. FELICITACIONES.

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