Columna


Nuestra pobre educación

RAÚL PANIAGUA BEDOYA

23 de mayo de 2022 12:00 AM

De una pobre educación a una educación para pobres parece que hubiera solo una inversión de términos o un simple juego de palabras, pero la realidad nos hace pensar que cada vez estamos ante un sistema educativo fallido, sin perspectivas ni horizontes, alejado de las realidades concretas y desligada del momento en el cual nos encontramos, pues no de otra forma se entiende lo que casi cada semana nos están indicando estudios, investigaciones o eventos orientados a evaluar o proponer cambios en nuestro sistema educativo. El último caso fue hace unos días, cuando la noticia que captó la atención de los medios y de las redes sociales fue la pobre calidad de nuestra educación, en especial de la pública, que atiende a cerca del 70% de nuestra población y en particular a casi el 98% de los sectores populares o de los estratos 1, 2 y 3.

Uno de los aspectos destacados en el estudio del rector de la Universidad del Norte, Adolfo Meisel Roca, fueron las significativas diferencias que existen en la relación centro-periferia, donde las regiones del Caribe y del Pacífico presentan sensibles diferencias, en términos de resultados, con el centro del país, solo que en nuestra región esas diferencias son aún más ostensibles, tanto a nivel de las capitales con el resto de los departamentos, como entre las ciudades y zonas rurales.

Para nuestro caso, las diferencias que existen entre la calidad de la educación en la ciudad con sus corregimientos y veredas, son abismales; no tanto porque dispongamos de estadísticas, como por el hecho de que en las actividades personales lo he podido comprobar en múltiples ocasiones.

En su ponencia, Meisel destacó que “Bolívar es uno de los departamentos de la Región Caribe con el desempeño más bajo en las pruebas Saber 3, 5 y 9. Asimismo, en Cartagena se registra un desempeño muy por debajo del promedio nacional y de las principales ciudades del país”.

Si miráramos en detalle los resultados para las islas y comunidades de la zona norte, los resultados serían dramáticos. En estas poblaciones para nadie es extraño que estudiantes de cuarto o quinto grado, en sentido estricto no sepan leer ni escribir y menos aún manejan las operaciones básicas de las matemáticas. En Cartagena, con muy pocas excepciones, no hay instituciones educativas oficiales ubicadas en los niveles A+, A o B, que corresponden a desempeño alto o muy alto, por el contrario, “el 60% de los estudiantes que presentan la prueba Saber 11 están matriculados en un colegio categorizado como de bajo o muy bajo desempeño”. Estos resultados nos indican que se amplía la brecha entre la educación privada y la pública, entre los sectores de clase media y alta, con la de más pobres, entre lo urbano y lo rural, entre quienes tienen en su familia algún profesional con quienes no lo tienen, entre quienes tienen acceso a internet y entre los que no lo tienen o acceden solo por horas o por el móvil de uno de los adultos de la casa. Tenemos que pensar seriamente que es urgente transformar radicalmente todo nuestro sistema educativo público.

*Sociólogo.

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