Columna


Núñez: de acero y cristal

HENRY VERGARA SAGBINI

27 de marzo de 2023 12:00 AM

Nada impidió a Rafael Núñez convertirse, junto a Simón Bolívar, en los líderes más amados y odiados de nuestra historia; sin embargo, aseguran sus detractores, era Soledad Román, su segunda esposa, y no Rafael, quién pronunciaba la última palabra.

Rafael Wenceslao Núñez Modelo (Cartagena de Indias, septiembre 28 de 1825 - Cartagena de Indias, septiembre 18 de 1894), cuatro veces presidente de Colombia, extinguió el Régimen Federal promoviendo la Constitución de 1886 –viva durante 105 años–, escritor, periodista, orador elocuente, riguroso estadista, poeta, creador del Himno Nacional.

De inteligencia superlativa, se graduó de bachiller a los 15 años y de abogado, con honores, a los 20; enfermizo, estrabismo congénito, brazos largos y desproporcionados, ‘Pecho de paloma’, nariz prominente, orejas enormes, soportó bullying de sus condiscípulos, aferrándose a los libros como tabla de salvación.

Desde joven presentó episodios recurrentes de diarrea sanguinolenta, dolores gástricos, ulceras orales, caquexia, síndrome compatible con enfermedad de Crohn, patología crónica autoinmune, desbastadora, descrita por el gastroenterólogo estadunidense Burrill Bernald Crohn en 1932, incurable aún en nuestra época, incrementa la posibilidad de cáncer y tromboembolismos.

Núñez, paradoja humana: temple de acero, salud de cristal, se incapacitaba frecuentemente y, gracias a la invención del Telégrafo en 1832, por Samuel Morse, manejó los hilos del poder desde su casa de campo en El Cabrero.

A 129 años de su partida, ¡cómo extrañamos el liderazgo y la mandarria de Núñez! País arisco, polarizado, medio siglo de guerra, siete millones de muertos y desaparecidos; guerrillas, corrupción, racismo, impunidad, magnicidios, paramilitares, delincuencia terriblemente organizada, atizan el conflicto armado interno más antiguo y brutal del hemisferio, donde todo se vale, incluyendo misiles jurídicos desvergonzados como los que impactaron a Judith Pinedo y Vivian Eljaiek.

Núñez pasó de fulgurante líder liberal-radical a ‘oveja negra’ cuando fundó el movimiento ‘Regeneración’, de estirpe ultra conservadora-clerical, bajo el lema: ‘Una nación, un pueblo, un Dios’, y sus implacables contradictores lo acusaron de flojo, corrupto, rústico, traidor a pesar de su legado histórico sin antecedentes, escrupuloso manejo del erario público, renunciando incluso a su pensión de jubilación, y viviendo sin ostentaciones hasta el último suspiro.

Quizás por eso, cuando a las 9 de la mañana del 18 de septiembre de 1894, a sus 69 años, anunciaron su muerte por apoplejía, Misia Sola, visiblemente dolida por el trato injusto e irrespetuoso a su marido, tomó venganza echando a volar dudas sobre el veredicto médico: “Con tal de sacarlo de la política, los prepotentes rolos –ancestros de Ana María González Forero, actual secretaria del Interior de Cartagena, quien trata de ineptos provincianos a los cartageneros– agregaron arsénico a su dignidad y ensalada”.

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