Columna


¡Ojo con las fortificaciones!

“Nuevamente el sentido común me indica que, si esto no se lleva a cabo, el deterioro paulatino de la fortaleza producido por las olas la echará a pique”.

JORGE DÁVILA-PESTANA VERGARA

18 de abril de 2019 12:00 AM

A raíz de la visita de la misión Unesco-Icomos-Icofor se armó un debate alrededor de las declaraciones dadas a la prensa por el ingeniero estructuralista Jorge Rocha, en el sentido que algunas fortificaciones de Cartagena están en peligro de desplomarse. Ante estas afirmaciones su colega Arnoldo Berrocal las refutó afirmando que no había en ellas ningún riesgo de colapso.

Textuales son las siguientes palabras del ingeniero Berrocal, publicadas en El Universal del 12 de abril: “Hicimos estudios entre la Torre del Reloj y el parque de La Marina, y también entre la India Catalina y la Serrezuela, y no encontramos que en estos sectores haya riesgo de colapso o un problema estructural [...] En ese momento hicimos mediciones, cálculos matemáticos y establecimos que para mitigar el efecto del tráfico pesado de vehículos de Transcaribe cerca de las murallas, se podía hacer una barrera y evitar a futuro que los fuertes presentaran problemas”.

No comprendí que en principio afirmara que no había ningún riesgo en las fortificaciones, para luego, en el desarrollo de la entrevista, reinterpretar lo expresado destacando que hay que hacer barreras en el lienzo de muralla Boca del Puente-Baluarte de San Ignacio para evitar consecuencias.

Profano en estas lides, entendí sus palabras de esta manera, y corríjanme si lo que voy a “traducir” no es así: para amortiguar el tráfico pesado de los buses articulados de Transcaribe, si no procedemos a solucionar esta contingencia desde ahora, ya sea a mediano o largo plazo existirá un problema. ¿Y cuál puede ser el problema que puede ocurrir? El sentido común me indica, que las murallas se desplomarán. ¿Estoy en lo cierto o me equivoco?

Asegura Berrocal, que es improbable que el baluarte de San José de Bocachica colapse, para luego agregar, que el paso de los buques y las olas que producen “van generando un choque contra la cimentación o el suelo portante del fuerte”, y concluye que estos movimientos han creado fisuras en el fuerte, que debe protegerse con una cortina de pilotes. Nuevamente el sentido común me indica que, si esto no se lleva a cabo, el deterioro paulatino de la fortaleza producido por las olas la echará a pique.

El campanazo dado por Jorge Rocha es un gong que debe sonarle en los oídos a las autoridades competentes para que hagan lo que les corresponde, de esta manera no ocurrirán desastres que lamentar. El “aquí no pasa nada, pero que si pasa” de Berrocal, es también una alerta para quienes les corresponde solucionar estos riesgos. Que no se hagan los de la vista gorda y procedan hacer las obras necesarias que mitiguen su destrucción.

Lo refutado al ingeniero Rocha plantea por igual que hay problemas, y si hay problemas hay riesgos, y si hay riesgos hay que buscar soluciones. ¡Punto!

*Rotaremos este espacio para mayor

variedad de opiniones.

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