Columna


Olimpiadas

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

28 de julio de 2012 12:00 AM

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

28 de julio de 2012 12:00 AM

Mientras otros pueblos se aferraron al padecimiento y se obsesionaron con la muerte, Grecia resistió, y se volvió de lleno hacia la vida. Encontró en medio de dificultades algo nuevo: la expresión de la alegría de vivir. Fue el primer pueblo que jugó. Toda índole de juegos: competencias atléticas de toda descripción; carreras a caballo, a pié, carreras con antorchas; saltos y lanzamientos, para mostrar fuerza agilidad, y gracia; eran tantos juegos que resulta interminable su enumeración.
Las estatuas del Discóbolo, y el Auriga de Delfos, y muchas más. Los juegos Nemeos que se celebraban en la Argólida, los Pitios en Delfos, los Ístmicos en Corinto, y los más gloriosos, los Olímpicos, en Olimpia. Con ellos combatieron vicisitudes.
Competían por el honor tan codiciado: Un ramo de laurel. A un triunfador olímpico generales victoriosos le cederían su lugar. Si su literatura está marcada, no menos profundamente por el dolor, los griegos soportaron cuan amarga es la vida, pero también supieron cuan dulce y alegre puede ser. Pesadumbre y alegría, no hay ninguna contradicción. Los que no conocen la una, en realidad no conocen la otra. La vida es esfuerzo y deleite. El mundo es un lugar de armonía y belleza. Los hombres se regocijan de vivir en él.
Hoy comienzan nuevos juegos olímpicos en las orillas del Támesis. Tecnología de punta, satélites, cibercomunicadores, comentaristas que posan de científicos, bellas periodistas de rostro angelical y rotundas redondeces; estadísticas, cronómetros, records, multitudes y la milagrosa ubicuidad para ver competencias que están cumpliéndose a la misma hora en distintos lugares.
El cantor por excelencia de los juegos, el viejo Píndaro, nunca se desvió de la más estricta verdad al elogiar un triunfo. Glorificó a un vencedor hasta el punto en que era realmente glorioso, pero nada más. No contaría “un cuento recubierto de deslumbrantes mentiras”. Nada de simpática alharaca. Píndaro pertenecía a la escuela literaria de los austeros. Riguroso y sin adornos. En ese gran poeta parece extraño, dado que su expresión vívida y rica es una de sus características más marcadas: pero el esplendor puede ser frio, y Píndaro brilla, pero jamás calienta. Es duro, severo, sin pasiones, con una especie de altiva magnificencia. Elegante y sobrio. Música verbal sin arrebatos.
Hoy narradores exaltados pretenden inducirnos a ver en la tele imágenes distintas a las que trae la pantalla. Una competencia corriente la convierten en gesta heroica. Las propagandas de marcas deportivas, las de bebidas y comidas nos asfixian. ¿Cuantas libras nos ganaremos mientras vemos sudar a esforzados deportistas? ¿Cuál será el impacto que las bebidas espirituosas tendrán en un nuestro maltrecho sistema hepático?
Como anticipo de los juegos, en El Tiempo, el Presidente del comité Olímpico Colombiano se descaró al proclamar su hirsuto regionalismo. En ramplonas declaraciones no hizo sino ponderar las posibilidades para medalla de deportistas paisas, así como impulsar querellas aldeanas entre una liga de Antioquia con la del Valle, o con cualquier otra, y así lograr una preeminencia miope de su terruño. Hoy debe estar en Londres viaticando y sudando talento.


*Abogado, Ex Gobernador de Bolívar y Ex parlamentario

augustobeltran@yahoo.com

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