Existe una tendencia en los gobiernos locales de ver al Gobierno nacional como el papá protector que les resuelve sus problemas. Aun en un país centralizado, existen avances en la normatividad y en la capacidad institucional que permitirían la autogestión del desarrollo territorial. A pesar de ello, los gobiernos locales tienden a verse como unos hijos pequeños que requieren del papá Gobierno nacional para sacar adelante sus proyectos.
En la mayoría de los gobiernos locales persiste la creencia de que no tienen recursos importantes y suelen ir a Bogotá a gestionar fondos. Se les olvida que, por ejemplo, tienen espacio para mejorar la generación de recursos propios a través de explotar las bases tributarias. Un estudio del Centro de Estudios Económicos Regionales (CEER) encontró que la eficiencia recaudatoria promedio municipal era del 32% en 2014. Esto indica que existe un espacio amplio para mejorar el recaudo fiscal local.
Al revisar las experiencias positivas en las administraciones locales después de la elección popular, se encuentra que las acompañó el fortalecimiento de la Hacienda pública. Por ejemplo, los buenos manejos en las administraciones de Bogotá en los noventa fueron posible por el estatuto tributario que se aprobó en la alcaldía de Jaime Castro. La buena gestión de Valledupar con sus primeros alcaldes de elección popular estuvo acompañada de una mejora sustancial en la Hacienda pública. Más recientemente, el círculo virtuoso de las últimas administraciones de Barranquilla ha sido posible gracias a un aumento significativo en los recursos propios.
Otra fuente importante son las regalías, ya que la reforma de 2012 entregó importantes recursos a municipios y departamentos. En muchos casos la falta de capacidad para diseñar, formular y ejecutar proyectos de inversión llevó a que las regalías se queden sin ejecutar. Lastimosamente, ante la falta de ejecución, el Gobierno nacional le va echando mano a esos fondos para resolver necesidades en ciertos frentes, como pasó con las vías terciarias y la educación.
Hace poco pude ver a un gobierno local gestionar ante el nacional recursos para una obra importante que estimaban costaría 150 millones de dólares. Esa entidad territorial ejecuta recursos de regalías por unos 200/300 millones de dólares al año. ¿Por qué no usar estos fondos para financiar esa obra prioritaria? ¿Por qué prefieren continuar pidiendo plata al papá Gobierno nacional? Tal vez es hora de que los mandatarios locales asuman su responsabilidad en Hacienda pública y así pueden financiar las obras que la comunidad demanda.
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