Columna


Pendejadas del alcalde

HORACIO DEL CASTILLO RESTREPO

09 de mayo de 2020 12:18 AM

Es bien sabido que el ejercicio es fundamental para la salud de las personas; tanto en la parte física como en la psicológica. Los que hacen ejercicio son más felices y sufren de menos depresiones y enfermedades que los sedentarios. Consciente de esto, el Ministerio de salud ordenó a las autoridades municipales permitir a los ciudadanos hacer ejercicios al aire libre, cumpliendo por supuesto protocolos de seguridad para evitar el contagio del COVID-19. Ignorando la difícil situación de estrés y angustia que estamos viviendo los cartageneros por el largo encierro y evadiendo la orden ministerial, el alcalde William Dau olímpicamente condicionó las salidas al pico, cédula y género inventado por él, añadiéndole los toques de queda para que prácticamente no podamos salir a ejercitar.

Mientras el alcalde Dau se muestra inflexible con los barrios que respetan la cuarentena y los protocolos de seguridad, la situación es diferente en las zonas populares, donde muchos no pueden cumplir el encierro, más por pobreza que por indisciplina. Allá, la policía nada puede hacer y no les queda más remedio que limitarse a ver cómo les pasan por su lado los mototaxistas, carretilleros y toda clase de hombres y mujeres a rebuscarse la vida en una ciudad inmensamente pobre e informal. Nada les importa que los llamen pendejos, para ellos las necesidades básicas son lo primero y es claro que, no obstante organizaciones particulares y el mismo estado han repartido ayudas, estas son y serán siempre insuficientes; en consecuencia, la cuarentena no ha funcionado ni funcionará y el resultado es el aumento alarmante del COVID-19 en la ciudad, especialmente en los barrios más pobres.

Ignorando toda esta evidencia y frustrado por su fracaso ante la imposibilidad de encerrar a todos los cartageneros, el alcalde Dau castiga a los barrios más fáciles de controlar; o sea, a los más pendejos. Es evidente que en Bocala, por ejemplo, la cuarentena se respeta y la gente practica los protocolos de seguridad, manteniendo las distancias y usando tapabocas, luego ¿por qué se nos niega entonces el derecho a caminar por la playa o por los amplios paseos peatonales durante el poco tiempo permitido para ejercitar, habiendo espacio suficiente para que sea seguro hacerlo? ¿Es que los habitantes de estos barrios peninsulares ni siquiera tenemos derecho a disfrutar por un corto tiempo cada mañana lo que la naturaleza nos ha dado, gracias a los “arrebatos” injustificados de un alcalde que cada día muestra más su desconexión con la realidad?

Alcalde: deje de hacer pendejadas y dedíquese a gobernar bien la ciudad, busque un buen gerente para la pandemia, que consiga camas suficientes y equipadas para enfrentar el COVID-19, pues se nos van a venir tiempos muy difíciles. El encierro no es la única solución a esta desgracia.

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