El parque temático “Pescando sueños”, del corregimiento de Tierrabaja, zona norte de Cartagena de Indias, tiene la feliz misión de constituirse en una ventana hacia la memoria, que guarda la tradicionalidad de los nativos de la vieja población.
También tiene la intención de recordar, a cada momento, el origen étnico del elemento humano que habita ese entorno. Y en ese sentido, las imágenes aportadas por el pintor lugareño Moisés Zabaleta son una estética invitación a autocontemplarse, pero sobre todo a no olvidar de dónde vienen los rasgos físicos, las miradas y las formas de los besos con su particularidad negroide a flor de cotidianidad.
Más allá de su vocación de lugar de encuentro comunitario, el parque asume el compromiso de fortalecer las costumbres de los pobladores, pero con la intención de enseñarlos a traspasar la rutina. Es decir, les muestra que las faenas de pesca, la construcción, los tejidos o la culinaria son la garra cultural que debe cuidarse por encima de todas las posteridades y modernidades.
Por eso están ahí los murales de Zabaleta extendiendo redes en el aire, extrayendo las riquezas del fondo marino o cultivando los obsequios de la tierra, mujeres lavando las manchas del laboreo, pilando el producto de las jornadas de labranza, la búsqueda de la liga entre los montes o el combustible vegetal para los fogones donde se enciende la vida.
Pero en primer plano la hinchazón de los labios, las bembas, que son el trazo más evidente de la africanidad que se respira por todos los rincones de Tierrabaja.
Hermanos de la tierra, de las aguas y los montes, las gentes de Tierrabaja merecen tener de presente el fundamento de su aparición sobre el planeta. Y ese, precisamente, es el cometido del parque temático que los está invitando a soñar con el engrandecimiento de sus propias riquezas materiales e inmateriales.
Cada pincelada parece un desesperado intento por congelar oficios y costumbres, que pugnan por ir desapareciendo con las arremetidas del progreso foráneo, que no solo amenaza a Tierrabaja sino a todos los asentamientos de alma negra que componen la geografía de Cartagena, con sus tierras firmes, con sus lagunas, con sus mares y sus zonas enmontadas, que también caben en trazos nostálgicos y a la vez circundados por el temor.
El espíritu de aldea que en tiempos inmemoriales se respiraba en Tierrabaja, donde todos se conocían con todos, donde todo era de todos, se va desdibujando como en una tela vieja que hay que revitalizar, aunque las nuevas tecnologías acuchillen los diálogos vespertinos y propicien la individualidad que se ya se apropió de las grandes ciudades.
Pescando sueños, no solamente es parque. También es un deseo secreto que, afortunadamente, poco logran violar las palabras.
*Periodista
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