Columna


Petro no tiene techo

RAFAEL VERGARA NAVARRO

19 de mayo de 2018 12:00 AM

La polarización no es de hoy. Convivimos un país pujante con otro injusto, incapaz de derrotar los odios, el asesinato de los líderes sociales y superar la radical confrontación expresada en la crucial elección que nos divide.

Avanzamos porque, pese la oposición a la política de paz, disminuyó la violencia política. No hay reelección y, desarmadas las Farc, las armas no son el centro del debate por la Presidencia. Convino ser demócratas capaces de abrir espacios al firmar un acuerdo a defender y cuya implementación obliga y diferencia a los candidatos y el voto ciudadano.

Los múltiples debates, entrevistas y discursos perfilaron programas y el ganador está obligado a cumplir lo pactado y las reformas ofrecidas para avanzar y lograr una paz plena que tiene nombre y acciones: justicia social y ambiental, derrotar el clientelismo y la corrupción que indigna, es decir, cambiar el modelo que reproduce la desigualdad.

En la confrontación la anterioridad no miente. El poder de los expresidentes: el del paisa Uribe-Duque, enfrentado al del bogotano Vargas de Lleras y Santos; los liberales de Gaviria y -qué vaina- De la Calle, que es más del barrio de los diferentes: Fajardo, del Polo y los Verdes, y Petro, que sin maquinarias llena plazas, siembra esperanzas y se anuncia presidente.

Hay confrontación al más del mismo modelo, a las mafias políticas, al uribismo de la confianza inversionista, privatización a ultranza y las concesiones mineras que riñen con el querer de una ciudadanía que exige proteger el bosque y el agua. Pasando por encima de agresiones, Petro llega a la primera vuelta fortalecido con el apoyo generoso y el amor de la gente a la Colombia Humana.

Es líder de largo vuelo. Trascendente, como economista y político nacido en el M-19, ejerce su derecho a buscar un nuevo modelo productivo en Colombia y sabe que tendrá que concertar con las fuerzas sociales, políticas y económicas del país para sacarlo adelante.

No ve una confrontación de derecha o izquierda porque, “como dice Gaitán, el hambre no es liberal ni conservadora”. Reivindica la Constitución del 91 en cuya elaboración y defensa participó. Tiene claro que es la hora de la ‘Ciudadanía Activa’ que quiere y puede ganar las elecciones y avanzar en la ampliación de la democracia.

No para de crecer porque lo nutre el contacto con un pueblo que lo conoce, cree y confía en él; como líder sabe que llegó su hora. Por eso sorprende: no tiene techo y va a ganar.

Salir paulatinamente del modelo extractivo no es locura ni ingenuidad, quiere parar la tragedia neocolonial de la extracción y deforestación y descarbonizar, que es la crisis del mundo y la de nosotros. Cambiar la dinámica de producción en el campo además de necesario y está pactado, es vital para el ordenamiento del territorio y la vida sostenible del campo y las ciudades.

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