Columna


Playas Dau

JORGE RUMIÉ

13 de noviembre de 2020 12:00 AM

Winston Churchill, con su acostumbrada sabiduría, dijo algo que tiene toda la validez del mundo y que, en tiempos de pandemia, deberíamos taladrarla en nuestra frente: “Nunca desperdicies una gran crisis”.

En ese sentido, estimado alcalde Dau, aprovechemos la crisis del COVID-19 para enderezar y organizar nuestras playas, incluida a Playa Blanca y Cholón. A mi manera de ver las cosas, los astros están alineados para lograrlo. ¿Por qué? Pues porque usted tiene el capital político, el sentido de la autoridad, las ganas sinceras de reducir la pobreza en la ciudad y lo más importante: la mayoría le cree. Además, vivió tantos años en un país civilizado, que le queda fácil entender que nuestro “modelo Bazurto” de despelotar y liquidar nuestros activos productivos, es una obsesión que nos persigue desde los tiempos del “barrilete de papelito”.

Por Dios, no sé en qué momento nos vendimos la idea de que la pobreza se supera con la anarquía, permitiendo que cualquiera pueda hacer lo que le venga en gana. Es cierto, tuvimos una mayoría de alcaldes electos, quienes estaban más concentrados en robar que en gobernar, pues su misma culpabilidad – si es que la tenían – los llevó a mirar hacia otro lado, y la “confianza legítima” de nuestro subdesarrollo invadió la irracionalidad de nuestro criterio de pobreza y acabamos con nuestros activos productivos, entre ellos las playas. El acuerdo tácito era evidente: “Pueblo, ustedes invadan y administren el despelote, mientras yo robo y nos hacemos pasito”.

Pero lo importante ahora es lo que está haciendo la Alcaldía con las playas de la ciudad y ello debe mantenerse después de la pandemia: ordenar, limpiar, establecer cupos, tener baños decentes, ejercer autoridad, fomentar la cultura ciudadana en nuestros bienes públicos, crear corredores por actividades, acabar con el acoso al bañista y, sobre todo: trabajar en equipo con las otras entidades estatales y el sector privado legalmente constituido.

Entendamos que la pobreza se supera cuando le damos prelación a la organización y la formalidad. Si el “modelo Bazurto o playa Blanca” fuese el correcto, tengan la seguridad que el mundo civilizado de ciudades-playas como: Barcelona, Cancún, San Sebastián, Niza, Miami y miles más, serían como nosotros, pero resulta que no es así. Los bienes públicos deben administrarse con eficiencia, para que el sector privado se sienta motivado a seguir invirtiendo y por ahí mismo seguir creando nuevas fuentes de trabajo formal. Ese es el camino.

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