De no haber sido por las “actuaciones de la Justicia colombiana y de Estados Unidos”, el grupo económico más grande del país, Aval, de Luis Carlos Sarmiento, no estuviera, a estas horas de la vida, viviendo “la mala hora” de enfrentar uno de sus momentos más difíciles, cuyas consecuencias, además de ir más allá de los intereses del banquero, apenas si presentimos los colombianos quién terminará pagándolas.
Y pagándole, por supuesto, a quien no ha hecho más que prestar su valioso, contante y sonante concurso para promover el desarrollo vial, crecimiento y progreso de este país malagradecido que ahora viene a enredarlo y hacerlo aparecer revuelto con y en la mala compañía de Odebrecht, un siniestro grupo brasilero que ha enredado y tumbado a medio mundo en sus malas andanzas y conciertos para construir ilicitudes y megacorrupción.
Experto en desvíos y túneles para su prosperidad, puentes a prueba de adiciones por su caída garantizada, troncales y rutas penumbrosas en vez de las alamedas del sol adjudicadas, torcer ríos y conducirlos en la dirección de la segura y bien resguardada desembocadura de sus arcas.
Y todo, en vez de vías que interconecten el norte con el sur y el oriente con el occidente y el centro con la periferia y el llano con las cordilleras y los mares con los ríos.
Eso de que el Departamento de Justicia de Estados Unidos haya decidido investigar el proyecto Ruta del Sol, es la más clara, malhadada intromisión, de la cual haya podido ser víctima Colombia en uno de sus más esclarecidos nacionales, el Grupo Aval, y se configura en prueba irrefutable, vergonzante, de la intromisión del imperialismo yankee en nuestros asuntos.
Agravada tan intolerable y antipatriótica intromisión imperialista con la connivencia del procurador Carrillo, quien, precipitadamente y sin medir las consecuencias negativas de su deber de defender los intereses nacionales, instauró una acción popular por corrupción en la Ruta del Sol II, la cual fue fallada favorablemente por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, en primera instancia, con sanción por 800.000 mil millones de pesos a las empresas concertadas con Odebrecht y la Ruta del Sol II, entre las cuales hay algunas que hacen parte, qué mala hora, del Grupo Aval.
Y eso, al decir de la revista Semana, edición No. 1911, del 16 al 23 de diciembre de 2018, es un “golpe para la infraestructura”, colombiana se colige, toda vez que una de las empresas concertadas para las megaobras fingidas por Odebrecht es filial del Grupo Aval y tiene, “solo o con socios 9 de los 30 proyectos de Cuarta Generación, 4G, que se desarrollan actualmente”, y cuyo valor conjunto, según la publicación citada, es de “casi 26 billones de pesos”, una cifra que no solo golpea, sino que noquea a Colombia.
*Poeta
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