De acuerdo con el informe del Departamento Nacional de Estadística (Dane), la tasa de desempleo en Cartagena a septiembre del año en curso se ubicó en 8,9%, resultado contradictorio en una ciudad con altos índices de pobreza, donde solo el 31,7% de los hogares consumen tres comidas diarias; la desigualdad entre estratos es palpable, grandes desequilibrios económicos, sociales y culturales están presentes.
El empleo en la mayoría de casos es informal, sus habitantes optan por alternativas en medio de la economía del ‘rebusque’ buscando aliviar sus necesidades más apremiantes. Un crecimiento demográfico considerable en los últimos años ha conllevado a tener una población superior al millón de habitantes. Las demandas sociales aumentan, y sin un adecuado manejo de la cosa pública es difícil atenderlas.
El problema de la pobreza está sobrediagnosticado. Se requieren soluciones concretas y estructurales que se enfoquen en sus causas para mitigarlo. No se alcanzan avances suficientes en el mejoramiento de las condiciones de vida. Escasas inversiones en educación para la formación de capital social. y la falta de oportunidades se traduce en la continuidad del circulo vicioso. Es imprescindible un cambio para superar las brechas existentes.
¿Cómo llevar a cabo los cambios en materia social que necesita la ciudad?
Formulación, ordenamiento y ejecución de programas, planes y proyectos que involucren a personas en situación de vulnerabilidad; sinergia y espacios de participación entre entidades estatales, la academia y la empresa privada que permitan consolidar propuestas realizables en el corto y mediano plazo, con el fin darle un giro de 180 grados a la generación de empleo. Políticas que favorezcan la mano de obra local, óptimas condiciones en infraestructura, servicios públicos e impuestos para instalación de nuevas empresas.
Inclusión social y emprender acciones desde el gobierno local para acercarnos al desarrollo integral y sostenible. La falta de voluntad, egoísmo y discrepancias entre la clase política nos mantienen en el atraso, acrecentando los problemas sociales. El beneficio colectivo debe primar ante los intereses personales. Una verdadera transformación se logra con aportes y esfuerzos conjuntos.
Mayores compromisos y respaldo al gremio empresarial (sin descuidar las medidas de bioseguridad) que ayuden en su proceso de recuperación económica; la crisis afectó el flujo de caja y ocasionó deterioro patrimonial. Los impactos dejados por la pandemia en el turismo y comercio, dos de los sectores que más contribuyen con empleo, no son fáciles de superar.
Es tiempo para construir una ciudad moderna de cara a los retos del futuro. Combatir la pobreza se convierte en prioridad.
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