Columna


Por el bien de Cartagena

LUIS ALBERTO PERCY

21 de febrero de 2018 12:00 AM

La semana pasada se anunció la fecha en que se deben realizar las próximas elecciones atípicas para elegir al alcalde de los cartageneros y a quien llevará las riendas de la ciudad hasta el año 2019. Los distintos aspirantes a esta dignidad entraron en lo que vemos será la recta final de campañas, donde las diversas propuestas de sus programas de gobierno juegan un papel importantísimo a la hora de votar a conciencia.

Lo que se ha podido conocer hasta ahora de los programas de gobierno y de los objetivos de las campañas suena muy bien y en general tienen varios puntos en común: la gente primero, la gobernabilidad digna, la lucha contra la corrupción, la protección a los más débiles y vulnerables, y en general, un sentimiento de retomar las riendas de la ciudad para llevarla a ser mas equitativa, próspera e incluyente.

Sin embargo, cuando se trata el tema de atención a la población vulnerable y específicamente a la infancia y la adolescencia, parecería importante profundizar en varios aspectos que afectan a nuestros niños, a sus familias y en general a las comunidades más pobres y necesitadas de la ciudad.

Estos aspectos tienen que ver con lo que hemos llamado los cinco ejes de la vulnerabilidad en salud para la infancia y adolescencia en Cartagena, los cuales deberían ser tenidos en cuenta e incluidos de manera prioritaria en los programas de gobierno. Estos cinco ejes tienen que ver con aspectos relacionados directamente con la atención en salud de los menores cartageneros e incluyen los siguientes tópicos:  Prevención de la explotación y el abuso sexual a menores de edad, atención digna para los pacientes de enfermedades crónicas y con alto impacto social (Cáncer, Hemofilia y enfermedades renales), prevención de eventos asociados a violencia social, redes de atención integrales para la infancia y adolescencia, y por último, la  garantía que en la ciudad operen  aseguradores capaces de salvaguardar la atención de sus afiliados de manera oportuna y eficiente.

El trabajo arduo sobre estos cinco ejes a través de una estrategia de ciudad, impulsados desde el palacio de la aduana, generaría un cambio social extrapolable.

Además de un sinnúmero de necesidades que en este momento presenta el corralito de piedra y que tienen que ver con desnutrición, baja escolaridad, deserción escolar, alcoholismo y farmacodependencia infantil, sólo por citar algunos ejemplos.

El número de menores de edad afectados por estos ejes de vulnerabilidad es enorme y el impacto social de su desatención incuantificable. Sólo para conocer algunos datos de interés, durante el año 2017 en la Casa del Niño, que es el único Hospital Infantil de la Costa Atlántica, se atendieron mas de 300 casos relacionados con abuso y explotación sexual, estos casos son sólo la punta de un iceberg que corroe a nuestra sociedad y que no está cuantificado, es decir, no sabemos cuantos niños son abusados y que nunca llegan a recibir atención médica, con el riesgo futuro que este tipo de conductas se vuelvan repetitivas creando un circulo de abuso que crece día a día.

En cuanto a las enfermedades crónicas y de alto impacto social se sabe que la situación no es la mejor, el pronóstico favorable en muchas de ellas depende de un diagnóstico temprano, una atención oportuna y de la adherencia al tratamiento. Desafortunadamente, en muchos casos, las barreras administrativas y sociales se atraviesan y los resultados no son los esperados. A pesar de ello, y gracias al esfuerzo de programas estructurados de Hemato-oncología pediátrica, como los liderados en la Casa del Niño, las tasas de sobrevida del cáncer infantil en la ciudad muestran una clara mejoría respecto al año inmediatamente anterior.

La violencia social y su repercusión en el sector salud es un caso aparte, el pandillismo en la ciudad ha hecho que las lesiones asociadas a violencia empiecen a cambiar el perfil epidemiológico de los servicios de urgencias infantiles y se ubiquen dentro de las diez principales causas de consulta.

Por último, la ciudad debe garantizar que sus habitantes tengan una adecuada red de atención y servicios de salud y adicionalmente que estos sean atendidos por aseguradores que tengan la suficiencia administrativa y presupuestal para atender a sus afiliados y garantizar el justo pago de los servicios brindados a sus pacientes.

Poder influir de manera positiva en estos cinco ejes de vulnerabilidad brindará a la población infantil y adolescente de Cartagena la posibilidad de tener un desarrollo más armónico e integral de cara al futuro, donde el cambio debe hacerse evidente y  donde el nuevo mandatario de la ciudad deberá reafirmar sus compromisos de campaña. Esta es una oportunidad histórica que, por el bien de la ciudad, ojalá sea aprovechada por el candidato elegido.
 


 

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