Columna


Por qué marché

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

02 de abril de 2017 12:00 AM

Cuando estas líneas salgan impresas habrá pasado la marcha del 1º de abril, convocada por el Centro Democrático y los líderes del ‘no’, victorioso con más de seis millones de votos que representaban un mandato popular, desobedecido por el Gobierno para atender sus compromisos con las Farc, con el apoyo de las mayorías “enmermeladas” en el Congreso.

Quiero contarles a mis lectores por qué marché. Y la primera razón ya fue dicha. Marcho por el respeto al gobierno del pueblo a través del sufragio. Hoy la comunidad internacional se rasga las vestiduras porque la supresión de facto de la Asamblea Nacional en Venezuela es el atropello a la voluntad de 14 millones de votantes. En Colombia se desoyó el mandato de más de seis millones que se pronunciaron contra el Acuerdo con las Farc y no pasó nada. De ahí la reacción timorata de la canciller y el silencio cómplice del presidente.

Marcho porque mientras el Gobierno se dice respetuoso de la oposición y el Congreso aprueba a las volandas su Estatuto, el presidente arremete contra la oposición tildándola de virulenta y mentirosa. La única verdad es la suya y sus mentiras no lo son para los medios. La carta que blandió como trofeo contra el Centro Democrático, ni era del Centro Democrático ni decía lo que él presidente afirmaba.

Marcho contra un gobierno que, por la puerta de atrás y la vía rápida, incorporó todo el Acuerdo a la Constitución y amarró a su cumplimiento a los tres próximos gobiernos. Ya veo a las Farc, con su propio Estatuto de Oposición como escudo, movilizando a sus propias “organizaciones comunitarias”, para levantar como bandera política el cumplimiento de su propio mandato constitucional.

Marcho contra la impunidad de la JEP para crímenes atroces; contra la falta de confesión y las penas de mentiras; marcho contra la elegibilidad de estos criminales o, cuando menos, hasta tanto no cumplan sus penas recreativas; y marcho contra la elegibilidad de quien reincide. Hay que tener algo de vergüenza.

Marcho por los colombianos maltratados por la Reforma Tributaria; por esa inmensa clase media condenada a seguirlo siendo. Marcho por cinco millones de colombianos rescatados por las estadísticas de “la pobreza multidimensional”, pero nunca del subempleo y de su pobreza monetaria, la de siempre, la del bolsillo; mientras las grandes empresas hacen ostentación de sus billonarias utilidades. Marcho porque la prosperidad no ha sido para todos.

Marcho contra la corrupción sin filiaciones políticas. Marcho por el imperio de la ley y la dignidad de la justicia. Marcho por el campo, resembrado con 200.000 hectáreas de coca, azotado por la violencia de elenos y mafiosos, lleno de promesas y vacío de resultados. 

Marcho porque mi patria se parezca a Venezuela en la entereza de su “bravo pueblo”, mas no en la suerte amarga que hoy le depara la dictadura.

 

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