Columna


Prostitución

SOQUI RODRÍGUEZ

30 de abril de 2022 12:00 AM

Hace algunos días, saliendo de un evento en el Centro Histórico a las 12 de la noche, me vi obligada a transitar por las callejuelas de la ciudad. Para mi sorpresa encontré que a esa hora vías como la Calle del Porvenir, la Primera y Segunda de Badillo se llenan de prostitutas de toda índole, acompañadas de sus proxenetas. Es imposible explicar la cantidad de niñas y mujeres adultas vendiendo su cuerpo mientras los turistas las asechan y negocian como mercancía. Las hay flacas, gordas, altas, bajas, blancas, mulatas, rubias, negras y hasta embarazadas. Todas rodeadas de sus “mánagers” y una especie de guardaespaldas de presencia intimidadora que la cercan desde una distancia estudiada que le permita mostrarse, pero asegurando que tienen dueños. Esta escena que hemos visto en películas extranjeras se desborda en cantidad y número en nuestra Cartagena. ¿Cuántas? No sé... pero podría asegurar que alcancé a ver más de 60 mujeres en dos simples cuadras. El espectáculo, además de triste es intimidante. Se ofrecen mientras caminas sin importar el sexo o género. Te ofrecen sus servicios individuales, en grupo o para grupos; no toman un simple “no” por respuesta. Acosan a los hombres aun acompañados por sus esposas y te siguen mientras transitas.

Me dicen amigos que lo que se ve frente a la Torre del Reloj es aún peor. A ese sector se unen travestis y la diversidad de géneros que existen hoy en día. El malestar no fue solo mío. Al día siguiente muchos de los invitados al evento comentamos impresionados lo que vimos y sentimos. La experiencia fue tenebrosa. Como cartagenera y como madre me dolió el corazón. Según el ICBF en el 2021 se abrieron 432 procesos por explotación sexual de niños de los cuales 25 fueron en Cartagena, pero yo podría asegurar que esa noche vi el doble de ese número siendo vendidas inmisericordemente.

Hace algunos días en la Cumbre Latinoamericana sobre Trata y Explotación Sexual de Personas en Cartagena, su fundador y presidente ratificó lo que todos sabemos: “La Fantástica” es considerada destino recomendado para el turismo sexual; allí el señor Baellard, avergonzado por los americanos que son atraídos por esto, ofreció ayuda para acabar con este flagelo; brindó a sus agentes Federales expertos en operaciones encubiertas y asesoría tecnológica para dar con los proxenetas. Su generosidad debe ser recibida con los brazos abiertos y de forma inmediata. No tenemos tiempo que perder. Allá afuera hay un sinnúmero de degenerados vendiendo nuestras niñas a favor de su bolsillo como si fueran mercancía desechable y convirtiendo nuestra ciudad en un burdel a cielos abiertos ante la mirada impune de las autoridades que se pasean a su lado como si nada.

Con esta columna hago un llamado a las autoridades para frenar esto. Salvemos a Cartagena de ser Sodoma y Gomorra, pero ante todo prioricemos la dignidad de nuestras mujeres.

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