Hoy estamos en el puesto 13 entre los países con mayor número de infectados por SARS-CoV-2 en el planeta. Como van las cosas, terminaremos entre los 10 primeros. Aún con semejante récord, seguiremos en lo mismo, en el discurso de Cartagena como una urbe próspera, tacita de plata, competitiva, inteligente y otras autodenominaciones promulgadas.
Una de las principales razones por la cual no se podrá contener la propagación viral en el país, y en particular el corralito, es la pobreza extrema. Estamos en una fase de contagio comunitario y tenemos barrios en donde familias con diez o más personas, confinadas en pequeños espacios, sobreviven cubiertos con bolsas de basura y plásticos. Del núcleo familiar alguien saldrá a buscar el sustento, existiendo la probabilidad de contraer el patógeno. En este punto el ciclo empieza, y la espiral de enfermos vuelve a encenderse, imposibilitando eficacia en los cercos epidemiológicos.
Estas zonas poseen precariedad en servicios públicos, acceso a la educación, además de incontables problemas socioeconómicos, todos abandonados a su suerte. No es coincidencia que los barrios comprometidos también sean los más vulnerables a cambio climático. En efecto, la despiadada severidad del clima no recaerá sobre Bocagrande, Castillo, o el Centro, ocurrirá en la periferia de la ciénaga de la Virgen, La Popa y otras áreas abandonadas por las instituciones y saqueadas por la corrupción.
Alcalde, aproveche que el negocio de la protección costera no cuajó y direccione esos recursos hacia cambios sustanciales en el distrito. Si los cientos de miles de habitantes en los alrededores de la Ciénaga de la Virgen tuviesen acceso a viviendas decentes, adaptadas a inundaciones, y condiciones dignas de bienestar colectivo, nuestra historia sobre COVID y el futuro como comunidad será promisorio.
La mayoría de los locales apreciamos las acciones del burgomaestre a través del libro blanco. Gracias. También sabemos que nadie terminará en la cárcel por estas denuncias, ni mucho menos podrá recuperarse un peso. Así mismo, es más fácil que la ciudad sea desacreditada por Unesco a esperar una orden para tumbar Aquarela, o acabar con los peajes. No obstante, es posible suscitar mejoras y evitar seguir con la misma historia de siempre. Cambiémosle la cara a la Zona Sur Oriental. Lograr este objetivo probablemente requiera varias administraciones, pero empezar es un paso decisivo, y ofrecer indicadores en ese sentido es laudable. Protejamos a la población de la Ciénaga de Tesca y generemos alguna capacidad de resiliencia, solo así empezaremos a cambiar la realidad.
*Profesor.
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