Columna


Proyecto inocencia

“Estados Unidos no es el único país donde se fabrican y manipulan pruebas para condenar a personas vulnerables (...)”.

DIANA P. NAVARRO G.

10 de agosto de 2019 12:00 AM

En cualquier proceso, la prueba es lo más importante. Es el medio que permite comprobar si un hecho pasado es real o inexistente. La experiencia, sin embargo, ha demostrado que, en ocasiones, las pruebas no son suficientes para que un juez reconstruya con certeza un hecho pasado. “Las pruebas deberían ser como faros que iluminaran su camino en la oscuridad del pasado; pero frecuentemente ese camino queda en sombras” (Carnelutti).

En 1989, una mujer salió a trotar por el famoso Central Park en Nueva York, sin saber que sería la última vez. Violada, golpeada y abandonada entre los arbustos fue encontraba aferrada a lo poco que le quedaba de vida. El daño había sido demasiado y poco después falleció. La policía tenía en sus manos una vez más a una mujer abusada y dejada por muerta, y una ciudad que exigía justicia.

When they see us es una miniserie de Netflix que cuenta la historia de los cinco menores de edad acusados de haber cometido el horrendo delito y quienes, a pesar de no haber pruebas concretas que demostraran su culpabilidad, fueron condenados. La serie se cuenta desde el punto de vista de los cinco menores y su lucha por demostrar su inocencia. Se vieron afectados por el racismo y por la presión que tenía Nueva York por no dejar otro delito impune. Ante la incertidumbre por la falta de pruebas, se corre el riesgo de cometer una injusticia, tal cual como sucedió en este caso. Al igual que como se ve en la serie Making a Murderer, se manipula el proceso para lograr una condena basada en pruebas fabricadas y ajustadas a lo que necesitan.

El Proyecto Inocencia nació en Nueva York en 1992 y su modelo se ha repetido en muchos países. Su principal misión es defender a personas que han sufrido juicios irregulares y que no pueden pagar un buen abogado para comprobar la inocencia de aquellos injustamente condenados a través de pruebas de ADN y reformas a la justicia. En el Programa de Inocencia de Wisconsin, hace parte Cristina Bordé, colombiana, quien lucha por los que se les ha violado su derecho a la defensa, y pretende sacar a los latinos inocentes de las cárceles.

En Colombia, la Universidad Manuela Beltrán cuenta con un proyecto similar desde el 2007, logrando más de 10 casos de éxito donde inocentes condenados han recuperado la libertad. En 2018, Manuel Mena, colombiano, fue el primero en recibir la absolución y libertad gracias al Proyecto Inocencia, promovido por la psicóloga y criminóloga Guadalupe Blanco con el apoyo del Proyecto Inocencia en Nueva York.

EE. UU. no es el único país donde se fabrican y manipulan pruebas para condenar a personas vulnerables o en condiciones desfavorables, pretendiendo juzgar a como dé lugar. Que el miedo a controvertir al sistema colombiano no impida lograr, algún día, contar con muchos más casos de éxito en proyectos de inocencia en todo el país.

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