Columna


Putin, el putas

HENRY VERGARA SAGBINI

07 de marzo de 2022 12:00 AM

Pertenezco a la generación que escuchó a los abuelos desocupar la memoria, una y otra vez, de las imágenes y gemidos emanados de la maldita guerra que los obligó a huir, con sus morrales repletos de nostalgia, cinco monedas y los ojos en sus bolsillos.

Aún recuerdo su híbrido español entrelazado con el árabe dispuesto a quedarse, por siempre, en sus cuerdas vocales, territorio sagrado de sus ancestros.

Reviví las angustias de sus sandalias migrantes en cada cañonazo de los invasores rusos sobre viviendas, hospitales y guarderías ucranianas, cumpliendo órdenes perentorias de Vladimir Vladímirovich Putin, ex agente del KGB, cinturón negro en judo y crímenes de lesa humanidad, heredero de Hítler, quien, como todo tirano que se respete, decidió enraizarse en el trono de la Federación Rusa, creyéndose inmortal.

Y, así se vista de seda, la avaricia y el poder fueron y serán siempre los motores del ajedrez de todas las guerras, desde los neandertales, a mazazo limpio, hasta las disputas intergalácticas y sus rayos crueles e invisibles, con tal de ‘enmochilarse’ territorios y riquezas ajenas.

Descubro el agua tibia afirmando que, la inadmisible invasión Rusa a la pacifica Ucrania, obedece al mismo formato, aun cuando se evoquen anacrónicos nacionalismos: a Vladimir, y a sus insaciables secuaces, se le hace agua la boca ante kilómetros rebosantes de riquezas, a pesar que todos ellos ya tienen la panza repleta.

Claro está que, mientras en Ucrania se matan entre rivales, aquí en Colombia, país escogido por los abuelos huyéndole a la serpiente de la guerra, el exterminio ocurre entre hermanos, en medio de uno de los conflictos internos más crueles, antiguos y despiadados de la humanidad: 265.503 compatriotas asesinados impunemente, 80.514 desaparecidos, incontables desplazados de sus parcelas, 15.687 víctimas de violencia sexual incluyendo niños y niñas, 20.000 de ellos arrancados de los brazos de sus padres o atrapados a la salida del colegio, soldados de biberón que perpetuarán la guerra.

Nos rasgamos las vestiduras, dándonos sonoros golpes de pecho frente a las dolorosísimas imágenes de la invasión de los lobos rusos, a sabiendas de que Vladimir, coronado como ‘El gran Putas’, sería un aprendiz en el ‘kínder garden’ de Pablo Escobar, Carlos Castaño, ‘Tirofijo’ o Herodes Antipas, el infanticida bíblico que ocupa una poltrona en la honorable Corte Constitucional, la misma que se horroriza frente al maltrato y muerte de los toros de lidia, pero autoriza descuartizar a seres humanos, desguarnecidos e inocentes, sin derecho a la defensa.

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