Columna


Ránkings: prioridades y proporciones

Nuestra reciente obsesión y angustia por todo lo que tiene que ver con los ránkings académicos en las instituciones educativas del país (como las pruebas “Saber 11 y Saber Pro”

JORGE RUMIÉ

05 de julio de 2019 12:00 AM

Nuestra reciente obsesión y angustia por todo lo que tiene que ver con los ránkings académicos en las instituciones educativas del país (como las pruebas “Saber 11 y Saber Pro”), son válidos, porque por ahí mismo medimos el desempeño comparativo de los estudiantes, de los centros de enseñanza y hasta el éxito del gobierno en sus políticas públicas, cuando incluyes el ránking internacional de las pruebas “PISA”.

Como diría mi amigo Lord Kelvin: “Lo que no se mide, no se puede mejorar”, por eso hoy día tenemos ránkings para todo, inclusive hasta para medir la felicidad de los mosquitos sindicalizados en el país.

Sin embargo, también puedo traer algunos ránkings y estadísticas que deberían alertarnos en revisar nuestras prioridades y hasta proporciones como sociedad, pues son alarmantes. Por ejemplo, ¿sabías que Colombia ocupa el puesto 17 entre las naciones más violentas del planeta y según la ONG “Save the Children”, tenemos el tercer lugar (entre 175), con las tasas más altas de homicidio infantil?

Además, no sé si estas enterado, pero según Medicina Legal, en Colombia se producen 5 abusos sexuales contra menores cada 2 horas (incluida la catástrofe del embarazo infantil); y según el ICBF, en el país se reportan 68 casos diarios de violencia a menores. Y qué decir del maltrato a la mujer, donde ocupamos el puesto 5 en Latinoamérica, siendo que nuestro continente es el peor calificado en violencia de género en el mundo. De hecho, según la ONU, cada 36 horas, una mujer es asesinada por su pareja o expareja en el país.

Y puedo seguir con otros ránkings vergonzosos, donde también damos cátedra a nivel internacional, como la corrupción, contrabando, tráfico de armas, hurto, estafa, secuestro, violación, falsificación, invasión de predios, trata de personas, compra de votos y la misma producción de coca (incluido su tráfico), que, como sabemos, somos de lejos los mayores productores del mundo, entre muchos países más pobres que nosotros. Por eso me pregunto: ¿acaso todos estos ránkings no ameritan una revisión profunda de nuestro sistema educativo y entender qué clase de sociedad y núcleo familiar estamos construyendo con una escala de valores ciertamente desdibujada?

El tema es profundo y no se soluciona exclusivamente con los ránkings académicos. Por el contrario, aquí debemos replantearnos todo y a todo debemos meterle un análisis interdisciplinario que deberá empezar con una alta filigrana en sociología y sicología.

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