Columna


Rebelde con causa

RUBÉN DARÍO ÁLVAREZ PACHECO

29 de julio de 2017 12:00 AM

El tres veces rey de la Leyenda Vallenata, Alfredo Gutiérrez Vital, será el homenajeado de la versión 41 del Festival Bolivarense del Acordeón, en Arjona (Bolívar).

El anuncio complace a quienes consideramos que el ya legendario Rebelde del acordeón se merece todos los homenajes habidos y por haber, dado que son indiscutibles sus méritos tanto en el manejo del acordeón como en su canto y sus destrezas al asumir un espectáculo ante cualquier público. Es, y siempre ha sido, un verdadero showman como pocos en la historia de la música popular colombiana.

Pero, más que eso, lo que siempre deberá resaltarse es su amor por el estilo sabanero; es decir, la forma como se ejecuta el acordeón para interpretar los aires de las sabanas de Bolívar, Sucre y Córdoba.

Desde un principio, y por pura conveniencia, pudo haberse quedado ejecutando el estilo vallenato (que domina, como bien lo certifican sus tres coronas valduparenses), pero prefirió permanecer demostrando que puede pasearse como pez en el agua a través de las diversas sonoridades que ha parido la Región Caribe en todos los siglos de su existencia mestiza y multisonora.

Su colección de Romances Vallenatos, que se publicaron a finales de los años 60, así lo ratifica. Es un compendio de sonidos extraídos del mapa de gaitas, bandas y propuestas afroantillanas que en sus dedos se convirtieron en una sola mescolanza afortunada cuando todavía ni siquiera existía la palabra “fusión”, que a la larga le puso otro nombre a lo mismo que hacía el maestro Gutiérrez, cuando el acordeón aún era visto con recelo y displicencia entre los círculos extranjeristas de nuestros centros urbanos.

No cabe duda que el Festival de Arjona se anota un punto de mil kilates con este homenaje, que de seguro tendrá una agenda académica apretada, ya que no solo se trata de rendir tributo, análisis y discusiones a un acordeonista sino también a toda una tradición de repentistas, cantantes, instrumentistas y compositores que lo precedieron y fueron su escuela.

Así las cosas, ya puede uno presentir que este certamen comienza por dejar atrás los complejos de otros años, cuando los organizadores se sentían obligados a extenderles alfombra roja a los concursantes provenientes de El Cesar y La Guajira, a quienes premiaban, a veces hasta inmerecidamente, dizque para que el festival adquiriera prestigio.

El prestigio lo adquirían los ganadores, mientras el evento se iba hundiendo en las excreciones de su propia corrupción y falta de sentido de pertenencia.
Pero ahora las cosas pintan diferentes y mejor. Y no es para menos: cóndores como el maestro Gutiérrez no aterrizan todos los días, ni en cualquier parte.
 

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