Columna


Repensar el Caribe

EDUARDO GARCÍA MARTÍNEZ

09 de mayo de 2020 12:22 AM

La región Caribe ha sido tradicionalmente atrasada, víctima del centralismo y el afán politiquero, con indicadores de pobreza y miseria que dan vergüenza. Su campo se utiliza de manera prioritaria para la cría de ganado, desaprovechando buena parte de la tierra que podría dedicarse a producir alimento para el país y el mercado externo. En educación, salud y servicios públicos se muestra rezagada mientras gana fama en corrupción, inseguridad y violencia.

Cuenta con tres importantes puertos: Cartagena, Santa Marta y Barranquilla, y una potente zona industrial en la capital de Bolívar, ciudad convertida en el destino turístico más codiciado por visitantes nacionales y extranjeros. Barranquilla se transformó en metrópoli de grandes proyecciones sobresaliendo sus centros fabriles, la vinculación con el río y la inclusión de la cultura en sus indicadores económicos. Con siete departamentos continentales y uno insular la región aportó 15,2% al PIB en 2018, unos $158,93 billones, cifras nada despreciables.

Desde 1919, cuando se creó la Liga Costeña, ha buscado ser región autónoma, dueña de su propio destino. La autonomía regional no es quimera, es necesidad y se puede alcanzar si se logran sinergias que materialicen ese propósito. Nos une el mar, la cultura, la forma de ser, tenemos riquezas, talento, orgullo regional, es hora de insistir. No se puede seguir en el atraso y la mezquindad centralista.

La irrupción del coronavirus cambió el panorama global, incluyendo el de la región Caribe donde hoy más que nunca reina la incertidumbre. Hay que salvar vidas, reactivar la economía y evitar la hambruna de manera prioritaria. ¿Pero qué hay que hacer? Reinventarlo todo. Es necesario trabajar para superar las brechas sociales, priorizar la defensa del medioambiente y la productividad agrícola, impulsar el turismo territorial, revestirnos de cultura, jalonar el empleo bien remunerado, garantizar educación de calidad, rescatar la red hospitalaria, mejorar los servicios públicos, innovar.

Decirlo es fácil. Hacerlo difícil pero no imposible. Propongo: convocar desde la academia, los gobiernos departamentales y distritales y el Banco de la República a los más esclarecidos pensadores de Caribe colombiano para que formulen propuestas encaminadas a encontrar un norte nuevo para nuestra región, que debe convertirse en soporte fundamental de la Colombia pos-COVID-19. Elaborarían un documento que ayude, desde nuestra región, a construir un país diferente al que hemos padecido por décadas, sumido en el atolondramiento de la guerra sin fin, el narcotráfico, la corrupción, la mala política y la creciente desigualdad que lo muestran peligrosamente desequilibrado.

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