Columna


Repensar el turismo

EDUARDO GARCÍA MARTÍNEZ

01 de agosto de 2020 12:00 AM

Cartagena es el destino turístico más importante de Colombia. Construir esa realidad no ha sido fácil por la falta de una política pública Distrital para el sector, lo que facilitó el florecimiento de situaciones adversas a lo que realmente es el servicio al turista, desdibujando la buena imagen de la ciudad.

A partir de la construcción del Centro internacional de Convenciones y el hotel Hilton, así como la declaratoria de Cartagena como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad, en los años 80 del siglo XX, el reconocimiento mundial cayó como una bendición para la ciudad. Cuando casi todo estaba ganado, vino el COVID-19 que destruyó lo construido en décadas de esfuerzo individual y colectivo, causando un colapso. Esta debacle exige monumental esfuerzo para recuperar lo perdido y es oportunidad para lograr la plena autoridad que nunca ha tenido el Distrito en cuanto al ordenamiento legal del turismo, uno de sus principales renglones económicos. Hasta hoy y por mandato constitucional, la aplicación de la autoridad no puede ser transferida ni delegada a los particulares, más tratándose de la imposición del orden. De ahí que la Corporación Turismo Cartagena esté maniatada porque no puede ejercer autoridad por ser una entidad más privada que pública y debe cruzarse de brazos ante tantos desafueros cometidos a diario en el sector. Este órgano debe seguir promocionando la ciudad, que lo hace muy bien, y sirviendo de puente entre los sectores público y privado para conseguir logros mejores.

Urgente combatir: 1) Desorden, abuso, inmobiliario de pésimo gusto en las playas. 2) Acoso a visitantes en: Centro Histórico, monumentos, playas. 3) Desorden, abuso, contaminación en Playa Blanca. 4) Suciedad, informalidad, andenes en mal estado, acoso, inseguridad en el Centro Histórico. 5) Abuso e informalidad en la oferta de paseos a las islas. 6) Desorden, bulla y prostitución descarada en el Centro y Getsemaní. 7) Transporte inseguro a la zona insular.

Todo eso ha envilecido el turismo local y demanda autoridad que no se ejerce por carecer de una entidad que lo haga posible. Crear la Secretaría de Turismo es básico para organizar las actividades del sector, establecer responsabilidades, sancionar. El turismo genera empleo y desarrollo económico pero necesita normatividad y autoridad para lograr organización, seguridad, orden y sostenibilidad

Una reflexión obligada para la nueva realidad que debe construirse, enfocada al Centro Histórico: ¿Cuál debe ser su funcionalidad? ¿seguir con el desorden que traía o cambiar al uso racional ligado al arte, la cultura, el disfrute estético con programación específica? El PEMP puede definirlo.

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