La Policía Nacional es la encargada de garantizar el ejercicio de los derechos y libertades públicas. Esto determina el Estado colombiano como función de esta institución, conformada por hombres y mujeres que por voluntad propia deciden servirle a la patria. Esos mismos que salen todos los días vestidos de verde a cuidar a personas que no conocen, a garantizar los derechos en medio de situaciones de las que muchas veces desconocen el trasfondo.
Aunque hay críticas por algunos que vulneran derechos, que abusan del poder; pero no podemos obviar que, no todos actúan mal, que los bueno son más. Y es ahí donde quiero sentar la crítica, ¿cuándo como país nos hemos propuesto exigirle al Estado que garantice calidad laboral, profesional y económica a la Policía? Los respaldamos a medias.
Por ejemplo, los policías que salen día a noche a exponer sus vidas para garantizar la de los demás, que se enfrentan a delincuentes, que la mayoría de las veces tienen que abandonar sus familias e irse a otros municipios, sus sueldos son muy bajo. Un patrullero devenga $1.835.072, un subintendente $2.301.330, un intendente $2.929.129. ¿Es suficiente un pago de estos, para una persona que entrega su vida a una nación?
Y no es solo el pago, la preparación profesional de un policía no siempre es la mejor. El presidente electo, Gustavo Petro, en pasadas elecciones dijo que los policías debían ser profesionales. Sus opiniones generaron reacciones a favor y en contra, ahora es el momento de mejorar esas condiciones y que cada uniformado salga de la institución con un título profesional, que se les garantice mejores condiciones económicas.
Y aunque nada justifica la corrupción, no podemos negar que las bandas criminales seguro resulten la parte más débil para tentar la necesidad de algunos de estos policías. Decía el director de seguridad de Bolívar, José Ardila, que los policías en el sur del departamento quedan en desventaja con los criminales, porque están mejor estructurados y sus finanzas terminan siendo muy poderosas. Esto nos indica que hay brechas abiertas para que algunos se corrompan y debe el Gobierno nacional garantizar que esto no ocurra.
Es el momento de la rodear a la Policía Nacional y que en medio de este injusto derramamiento de sangre, nazca la oportunidad de mirar dentro de esta institución y entender que si un congresista devenga $34.418.133, en medio de la tan mala imagen que tiene y de un trabajo que muchas veces no se refleja en un mejor país, ¿por qué no garantizarles un buen sueldo a los uniformados?
Duele y es muy triste ver a policías muertos, asesinados por criminales que los quieren usar como gancho para sentarse en una mesa a negociar. Los policías de Colombia tienen que ser respetados y sacados de esta presión criminal. Toda mi solidaridad con la Policía y con la familia de cada uniformado muerto.