Las pocas veces que logro reunirme con un par de amigos del interior del país, la conversación siempre gira alrededor del mismo tema: la música cartagenera de antaño, especialmente la de la década de los años 80, cuando estalló lo que llamaron “El boom de las orquestas cartageneras”.
Ellos todavía siguen fascinados por el éxito de canciones como “Patacón pisao” y “Samba en Palenque”, por mencionar solo dos, pero al mismo tiempo les parece extraño que esa música ya no esté sonando en las emisoras y en los estaderos de Cartagena.
Aspiro a que la próxima tertulia se organice en Cartagena, y que esa misma fecha coincida con una de las presentaciones de “Sabrosura”, el musical del cartagenero Boris García, quien se viene proyectando como productor y promotor de artistas y espectáculos que cargan el sentido de la verdadera caribeñidad vista desde Cartagena.
Vi esa obra en el Teatro Adolfo Mejía, y concluí que es precisamente eso lo que añoran mis amigos interioranos, aunque no lo hayan vivido plenamente sino por referencias o por algunas transmisiones televisivas y radiales.
Respaldado por una sólida orquesta llamada “Heroicos, el sonido de Cartagena”, el musical “Sabrosura” es todo un recorrido a través de las costumbres, dichos, melodías y personajes populares de la capital de Bolívar, de manera que tiene un poco de actuación, danzas y cantos, cuya principal virtud es que en ningún momento permiten que la atención del público decaiga.
Mientras se van tratando temas, oral o musicalmente, en una pantalla gigante corren imágenes relacionadas con lo que se está desarrollando en la tarima. Así que los asistentes volvimos a recordar los kioscos del Muelle de los Pegasos, el Magali París, el mercado de Getsemaní, el barrio Chambacú, los clubes sociales, la bolerística local, el 11 de Noviembre y el ambiente del Festival de Música del Caribe, hasta llegar al siglo XXI con su champeta, sus vestimentas y sus dichos de nuevas marcas urbanas.
El final es un homenaje al recién desaparecido cantante salsero Hugo Alandete Gómez, mediante su canción “Mi tierra”, que, indiscutiblemente, es uno de los mejores tributos musicales que se le han hecho a Cartagena en todos los tiempos.
En alguna ocasión Boris García hizo un video con esa canción y con casi el mismo grupo que integra la ópera “Sabrosura”. Es decir, podría tomarse como un preámbulo de lo que estamos viendo ahora en las funciones del Adolfo Mejía.
Montar una obra como esa requiere no solo de la inteligencia y la disposición que le sobran a Boris García. También necesita el apoyo de las autoridades de la ciudad y el Departamento, que no sé si estarán conscientes de la cantidad de Boris que andan extraviados, esperando una mano más justa que quiera darles el empujón para descollar y poner en alto el nombre del país.
*Periodista
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