Columna


San Garavito

HENRY VERGARA SAGBINI

05 de noviembre de 2018 12:04 AM

Luis Alfredo Garavito Cubillos, el violador y asesino en serie de niños más temido de la humanidad en su historia, saldrá  pronto de la cárcel de Valledupar, libre de toda culpa, promovido al santoral del Vaticano por la díscola justicia colombiana.

Este discípulo aventajado de Herodes, quien, en su época de depredador, clériman y Biblia en mano, se hacía llamar “el Cura”, hoy, por su excelente comportamiento, estudio, lágrimas de cocodrilo y confesión de sus horrendos crímenes, solo le faltará una placa conmemorativa, fundida en sangre y semen, testimoniando el asombroso milagro del Inpec: convirtió  al  mismísimo Diablo en el Ángel de la Guarda.

Garavito, por lo menos aquí en Cartagena, siempre ha estado suelto de madrina: con mil rostros distintos se baja de aviones privados o de buses colectivos, de mototaxi o de autos lujosos; pulula sonriente en exclusivos sectores turísticos, discotecas o burdeles de todos los pelambres. Pero sus parajes predilectos siguen siendo los humillantes barrios de invasión donde hipnotiza, con unos cuantos billetes, a niños y jovencitos,  huérfanos de protección y  afecto, conducidos, frecuentemente, por sus propios padres, al matadero de su salud, sueños y dignidades.

Los Garavito invaden absolutamente todos los rincones, disfrazados de caballeros respetables, de místeres inmaculados, inmunes a las condenas por sus repetitivos delitos atroces; salvo uno que otro escándalo mediático, después serán liberados, invocando el habeas corpus o vencimiento de términos. La clave está en conseguir un hábil e inescrupuloso abogado, de esos que alardean tener la ética en la chequera y el corazón anidando en sus bolsillos.

Como van las cosas, Colombia pero sobre todo en “Cartacho”, designarán oficialmente a San Garavito como santo patrono, jubilando de paso a la Virgen de la Candelaria y a  San Pedro Claver,  enviando mensajes de absoluta complacencia, recibidos con alborozo  por los sanguinarios colegas de “La Bestia”, quien devoró  más de 200 niños de papel, en Colombia, Venezuela y Ecuador.

Increíblemente esos delitos que arrojaron condena a 1853 años y nueve días de cárcel, se redujo a la mínima expresión y, en poquísimos días,  gozará de la libertad propia de las hienas, por obra y desgracia de nuestro incomprensible sistema judicial.

“El Cura” ya  tiene listos sus motetes: la Sagrada Biblia en el sobaco,  bragueta sin cremallera y nuevo filo a su puñal... Quedan advertidos: con nuestra justicia delirante y al revés, ¡ni se les ocurra robarse una gallina!

Henry R. Vergara Sagbini

hvsagbini_26@yahoo.es

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS