Columna


Se hizo carne

“Hoy, la ciudad más que la aplicación de la norma y la lucha contra la corrupción, necesita un cambio de actitud, un perdón por los que nos han ofendido, humillado contra la existencia”.

CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ

18 de diciembre de 2018 12:00 AM

El diario vivir de nuestra Cartagena nos relata con sus testimonios la brecha inmensa del convivir de la ciudad, la Navidad se ilumina bajo todo tipo de senderos y se adorna desde con papelitos multicolores hasta las más sofisticadas luces que iluminan los hogares. Es aquí donde estamos obligados a repensar el sentido de la Navidad, lo que celebramos con ella y lo importante que debe quedar de ella.

El mundo eterno extendido en el universo se ambientaba en la palabra y al no tener la oportunidad de comprobar lo que los profetas anunciaban, llevó a la decisión de hacer visible lo invisible, que el verbo se haya hecho carne con la misión de redimirse, aun con el poder y gran amor del Padre había que doblegarse, había que hacer sentir a la humanidad que el sacrificio para las grandes causas debe se concebido.

Y eso es lo que precede a la Navidad, la llegada de la luz a la tierra, el verbo se hizo carne y llegó a la tierra la palabra del Dios que amamos. La Navidad no puede quedarse en los bombillos, en la pirotecnia, en la comilona, en los vestidos y en los festejos, la Navidad es la oportunidad de que esa palabra nazca en nuestros corazones, que esa luz se fabrique dentro de cada uno de nosotros y cada uno en su metro cuadrado extienda la mano en el desvalido, en el enfermo, en el preso, en la soledad, en el que sufre, en donde cada acto de nuestra vida pueda ser sometido a la reingeniería de la existencia divina y transformemos la oscuridad de nuestro ejercicio en la claridad de la vocación del oficio que escogimos.

Hoy, la ciudad más que la aplicación de la norma y la lucha contra la corrupción, necesita un cambio de actitud, un perdón por los que nos han ofendido, humillado y atentado contra la existencia. Hoy, la vida reclama doblar rodillas y pedirle perdón a Cartagena por lo que hemos dejado de hacer, por nuestra complacencia, por nuestro silencio, por nuestra falta de solidaridad, por el abandono, por el interés, por la doble moral, por la apariencia de mostrar lo que no somos.

Navidad, mientras se levantan y se estrechan las copas, en muchos rincones se retuercen, se llora y se clama la muerte por el abandono y el desprecio al que son sometidos miles de hermanos de la ciudad.

Señor, te pido que nazcas en el pesebre de mi alma, que nazcas en el pesebre de todos los cartageneros y retomemos sin rencores una reconstrucción con el amor, con la bondad, con la paciencia, con la humildad, con el sacrificio, con la disposición y con el soportar de lo que no nos gusta, para ser enrutados en lo que podemos dar para tener una ciudad con mayor tolerancia, con mayor empleo, con menos violencia, con mayor estabilidad en los hogares y con mejores ciudadanos. Navidad, época de paz, ven estrella de Belén, ilumina nuestros pasos para llegar a conocer al que pudo nacer en pompas y cunas de oro y se arrulló con la pobreza, la paja, la humildad del burro y el calor del buey.

*Concejal de Cartagena

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