Columna


Sembrar vientos y cosechar tempestades

MAURICIO CABRERA GALVIS

04 de marzo de 2018 12:00 AM

La noticia política del momento es la subida de Petro en las encuestas para las elecciones presidenciales, en las que ya es puntero, no con la mayoría para ser presidente, pero sí para pasar a la segunda vuelta. ¿Cuál es la explicación de este ascenso de un candidato que también tiene una alta imagen desfavorable?

Una primera razón está en otras encuestas que miden las percepciones frente a la situación nacional. En la última encuesta de Gallup, el 75% cree que en general las cosas en Colombia empeoran, y la percepción de deterioro es mucho más alta en la economía (79%), el desempleo (80%), el costo de vida (86%) y la inseguridad (90%). Lo peor es la corrupción, donde el 91% de los encuestados cree que empeora.

También registra esa encuesta la opinión totalmente desfavorable de la gente frente a las instituciones de la democracia. El 73% desaprueba la gestión del Ejecutivo y el presidente Santos, pero le va peor al Congreso y a la rama Judicial, con opiniones desfavorables del 84% y el 86% respectivamente. El campeonato del desprestigio es de los partidos políticos, con 89%, peor incluso que la Farc, con el 81% de imagen negativa.

Es lógico que si la mayoría está descontenta con la situación del país y desconfía del sistema y de los políticos, quiera cambios y busque otros candidatos en vez de los mismos con las mismas. Sergio Fajardo canalizó en un primer momento ese descontento, por su estilo diferente y sobre todo por su mensaje y su trayectoria de lucha contra la corrupción, pero Petro lo ha desplazado en las preferencias populares como alternativa para el cambio.

Lo ilógico es que la realidad económica y social del país es mucho mejor que la percepción subjetiva de las mayorías. Así se comprueba con cualquier indicador de empleo, reducción de la pobreza, vivienda o infraestructura; así lo ven todos los observadores y analistas internacionales, imparciales con la situación del país.

Los avances objetivos del país en estos años fueron tapados por una intensa campaña de oposición al Gobierno que caló en la opinión pública. Humberto de la Calle acertó al decir que el Centro Democrático era el responsable de la subida de Petro, pues con su artillería mediática y de noticias falsas “emberracaron” a la gente y desprestigiaron al Gobierno, pero se les fue la mano y desprestigiaron también al Estado y sus instituciones. Sembraron los vientos de la discordia y ahora cosechan la tempestad de una oposición alternativa.

Es paradójico que el mismo Centro Democrático, el autor de muchas de las políticas que deterioraron la situación de los trabajadores, y el protagonista de varios de los mayores escándalos de corrupción, quiera presentarse como la opción para frenar la amenaza que él mismo creó.

La verdadera alternativa está en los dos candidatos progresistas que en las mismas encuestas tienen la mayor opinión favorable: Humberto de la Calle y Sergio Fajardo.

Su alianza sería imparable en las urnas y garantizaría seguir construyendo una sociedad justa, equitativa y en paz.

*Economista

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