Agradecido con la vida inicié el 2020, optimista y con la convicción de que vivimos un incontenible renacimiento global, que acelerará el paso, crecerá la participación ciudadana local, y el ritmo y continuidad del parto de lo nuevo alimentará la energía que enriquece la esperanza.
Al borde del abismo, la desilusionante COP25 potenció la protesta y acción de la juventud y de los convencidos defensores del ambiente que, sumados al torrente pluralista de las luchas sociales, desafiamos los poderes y exigimos cambios y acciones reparadoras del Estado.
Es evidente el crecimiento de la conciencia mundial y local que exige descarbonizar, reducir la huella maligna, separar y reciclar, detener la deforestación, contaminación y plastificación de las aguas, resembrar y adaptarnos a la naturaleza y combatir con eficiencia la crisis climática.
La resiliencia planetaria depende de que entre 2020-30 cada nación, las empresas y potencias bajen sus emisiones de gases (GEI).
Si hay lucha hay esperanza y no es de dudar que con las redes juntando el mundo, viviremos boicot mundiales a los productos de empresas y países contaminantes que ignoran sus compromisos de menos emisiones.
Esas redes que en Colombia activaron el paro y los cacerolazos y que volverán diálogo la conversación ofrecida, en Cartagena la juventud democratizó el voto y definió la elección de Dau.
El 1 de enero con un sol canicular y bajo la sombra de un mangle Zaragoza, la belleza de la Ciénaga de la Virgen de fondo y la pobreza de frente, escuché su discurso de posesión. Destaco y sintetizo la honradez de algunos sentipensamientos
Dijo: “El primer día de nuestro gobierno vine a celebrarlo con ustedes. Cada voto fue resultado de la esperanza del pueblo y por eso estoy hoy aquí. No vine a dar regalos ni a prometer lo que no cumpliré. Vine a mirarlos a los ojos y a decirles que trabajaré por ustedes.
“La mayoría de las generaciones desperdician su oportunidad de cambiar el mundo y el entorno, pero ocasionalmente hay una generación de jóvenes que sí toman la decisión y ese momento clave es ahora.
“Todos los cartageneros del estrato 0 al 6 estamos de acuerdo que el gran problema es la corrupción.
“Nuestro plan de gobierno se basa en acabarla y en garantizar cobertura en salud, educación y justicia para todos. Nuestra realidad es que tenemos dos Cartagenas con los más altos niveles de desigualdad.
“Cartagena no es un pueblo, es una metrópolis con recursos suficientes para ser la ciudad ideal que todos soñamos, pero la corrupción se lleva el 70% del presupuesto.
“Seremos un gobierno abierto a propuestas y especialmente a temas sensibles en la ciudad. Lograremos el menor índice de desempleo en nuestra historia.
“Tengo el coraje de hacer lo correcto a pesar del miedo y el riesgo permanente de mi vida por las denuncias que he realizado
“He dejado mi vida cómoda para venir a trabajar con amor por mi ciudad, para salvar Cartagena”
*Abogado ambientalista y comunicador.
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