Columna


A Sir Winston Churchil

NICOLÁS PAREJA BERMÚDEZ

01 de febrero de 2018 12:00 AM

En tiempos como el que vivimos, cuando la mediocridad es epidemia, la pusilanimidad es lo común, cuando no somos capaces de sacar nuestra mejor casta y somos como gallos bastos, pega bien inspirarse en momentos excelsos de la vida de los grandes, como entre los grandes es Churchill, a propósito de la película que se exhibe por estos días en las salas de cine.

Cuánta falta nos han hecho en nuestro país hombres como éste, que son como apóstoles escogidos por Dios en determinados momentos cruciales de la historia, para liderar las batallas contra los que, por medio de la ratería, de la violencia, de los nacionalismos o de los populismos, propugnan conductas que, auncuando hijas del mal, reciben la complacencia de las masas ignaras.

Aunque no estamos en los momentos aciagos que le tocó liderar al recordado primer ministro, indudablemente pasamos por una época de grandes desafíos, porque no encontramos el norte que nos unifique como Nación y, por el contrario, estamos conscientes de que nuestra ciudad (seguramente que muchas más en la amada Colombia), sobrevive por inercia. Todos sabemos que, además, no hay Gobierno nacional, y que el orden aún se mantiene porque somos sumisos, temerosos y conformistas. ¡Sorprende que haya mujeres que nos admiren!

Hablamos sobre nuestros dirigentes con desaliento; que desconsuela la mediocridad que acompaña a quienes, en todos los niveles, gobiernan, cuando nosotros mismos somos protagonistas de actos ruines. También sabemos que, como costeños, no podemos ufanarnos de encarnar la disciplina, el rigor y la superioridad ética de la nación; pero, también, que en manos de cachacolandia ya no se generó la legitimidad para sentirnos interpretados por sus elites, que han manejado con mezquindad y desconocimiento de la realidad de las provincias, a este país que, como otros lo han dicho, no ha podido salir de su adolescencia. Qué tragedia esta de ejercer de súbditos del egocéntrico y displicente Distrito Capital.

¿Cuántas generaciones más se necesitan para salir de nosotros, los incapaces de luchar pacífica y honorablemente por el mejoramiento de las condiciones de vida de los más débiles y para hacer de este terruño un hogar decente para las grandes mayorías? ¿Cuántas más para que nos releven los que sí se atrevan con coraje a transformar esta farsa de democracia?

De verdad, cuánto envidio estar en manos de un grande como Winston Churchill, a quien rindo, como mi personaje favorito, honores desde esta trinchera fútil de la cual sólo quedarán las palabras.

*Abogado 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS