El caos de la movilidad en Cartagena revela las dificultades propias de un errático sistema de transporte público de pasajeros. Implementar el Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM) y los recientes cambios en el pico y placa probaron no ser suficientes para mejorar su eficiencia. A gritos se pide una nueva regulación, orientada a estimular el uso de Transcaribe, desestimular el aumento de medios particulares y del incontrolable y riesgoso transporte informal.
A pesar de todo ello, las estadísticas de percepción sobre movilidad en la ciudad reflejan que los tiempos de recorrido de los trayectos en el transporte público se han reducido. Según Cartagena Cómo Vamos, a 2016, el 28% de los usuarios considera que el tiempo de recorrido es menor, y el 62% piensa que Transcaribe mejora la movilidad. Sólo 30% está satisfecho con el estado de las vías, pieza clave en la eficiencia del sistema.
No es casual entonces que con frecuencia los cartageneros pidan ampliar y construir nuevas vías, una solución que según la literatura empírica en transporte nunca ha sido apropiada en el corto, mediano ni largo plazo. Este panorama complejo difícilmente puede ser superado en breve, pues no solo se requieren políticas y planes, también inversiones y acciones que toman tiempo antes de ofrecer una solución estructural.
¿Qué hacer mientras tanto? Es indispensable tener una visión de ciudad que priorice los modos de transporte sostenibles. Sin POT ni Plan Maestro de Movilidad existen soluciones de corto plazo alcanzables y de costo relativo bajo. Por ejemplo: restringir la circulación de bicitaxis por vías principales, con lo cual desaparecerían nudos de congestión en avenidas como la Jiménez, en Manga, en la Pedro de Heredia y el acceso a la terminal de transporte, entre otros puntos.
Urge construir rotondas o, en su defecto, retornos en algunas vías para evitar que el cruce de vehículos a cada cuadra genere trancones. A esto se añade poner en marcha el reparcheo de huecos que ocasionan que el tránsito sea lento. No basta con las obras acometidas en algunas vías, como las adyacentes al Centro Histórico.
La administración local puede mejorar los controles al transporte informal. Motos, colectivos y vehículos “piratas” se detienen en cualquier sitio a tomar y dejar pasajeros, acentuando los trancones.
Mientras esperamos el diseño y ejecución del megaplan que solucione los problemas de fondo y hagan sostenible el sistema, podemos contribuir con estas pequeñas acciones a que la movilidad sea más amigable para los cartageneros. ¿Nos falta voluntad para hacerlo?
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