Columna


Starbucks en Colombia

ALFREDO RAMÍREZ NÁRDIZ

03 de octubre de 2023 12:00 AM

Con todo el respeto a la multinacional gringa, pero soy de la festiva opinión que tomar café en una cafetería Starbucks es antipatriota y propio de colombianos carentes de todo amor a su nación. Pues sí. El otro día, hará tres o cuatro semanas, paseaba yo por un centro comercial colombiano y cual fue mi sorpresa al descubrir una enorme cafetería de la marca del logo verde llenita de ciudadanos costeños que degustaban sus cafés, sus dulces y todos sus productos. Muy bien. Continué mi camino hacia la cafetería colombiana que había un poco más allá (no tengamos vergüenza de hacer publicidad: me refiero a Juan Valdez) y me quedé allí. Yo soy español, pero tomar café en Colombia en una cafetería estadounidense teniendo a pocos metros otra colombiana me parecería no ya tonto, sino espantajopo y ridículo. He dicho.

Seguro que el café de Starbucks es delicioso. Seguro que sus trabajadores son eficientes y amables. Seguro que hacen una gran labor social. Qué sé yo, seguro que, por cada café que te tomas en Starbucks, Dios resucita a un gatito, no lo sé. Y me da igual. Porque quizá nada de lo anterior sea cierto. O sí. Pero yo no voy a una cafetería extranjera estando en Colombia, la patria misma del café. Y si yo no lo hago, ¿por qué lo hacen tantos colombianos? Porque no fue ese el único día en que caminé junto a uno de los diversos Starbucks que vi. Todos los días en que mis pasos me dirigieron cerca de una de estas cafeterías, vi las mesas llenas, una cola importante solicitando consumiciones, movimiento, algarabía y gentío. No es que unos pocos colombianos ignoren la inmarcesibilidad de la patria y se abandonen ufanos a la versión gringa de la bebida nacional, es que es una tromba de gente la que lo hace.

¿Por qué? Como apunté previamente, mi opinión es que todo es debido al espantajopismo. No se me ocurre otro motivo. No quiero pensar en otro motivo. ¿Quizá su café es mejor que el servido en las cafeterías nacionales? ¿Quizá sea el servicio? Lo dudo. No puedo creerlo. Seamos serios, el café de calidad es una de las pocas cosas de las que los colombianos podemos sentirnos de verdad orgullosos. ¿Los ciclistas? Bueno, sí, también. Ojalá bajaran tan bien como suben, no obstante. Por contra, al café no puedes ponerle ningún pero. El café patrio de calidad es un emblema, un símbolo para mostrar al mundo, algo en lo que tocamos la excelencia. ¿Y los hay que lo consumen en una multinacional extranjera? ¡No, hombre, no!

*Universidad Autónoma de Barcelona.

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