Columna


Su majestad: la clorofila

HENRY VERGARA SAGBINI

05 de junio de 2023 12:00 AM

Dos semanas antes de su partida acompañé a mi primo Rafael Vergara Navarro (Cartagena, enero 13 de 1948 - Cartagena, agosto 16 de 2022) al laboratorio clínico del doctor Javier Bajaire, quien procedió a practicarle unos exámenes:

“Rafa –le dijo– homenajeando su tesonera labor ambientalista: tú no tienes sangre en las venas sino clorofila”.

Vergara Navarro, ser humano excepcional en medio de la turba de arboricidas confesos o taimados que convirtieron al mundo en olla de presión –léase ‘Calentamiento global’– decapitando sombras y humedales, tiñendo de sangre los surcos de la patria y, con tal de complacer narices insaciables y llenarse los bolsillos, desmigajan nidos, cañadas, inducen desarraigo, pulverizan selvas y humedales, calcinan colibríes y abejas que ya no encuentran una sola flor ni un átomo de agua pura y fresca.

Somos la otra mitad del ‘Medio Ambiente’ jugando a la ‘ruleta rusa’, convirtiendo nuestro mundo en un lugar hostil donde germina la muerte impregnada de pesticidas, sequías interminables y devastadores inviernos, frente al desafío de alimentar una población que crece 800 millones de habitantes cada 10 años, huérfanos de justicia y equidad, atizando guerras y canibalismo, muy cerca de la extinción.

La última vez que escuché a Rafael Vergara Navarro disertar sobre los sufrimientos de la ‘Pacha Mama’, rememoró al irreprochable papa Francisco y “La casa común donde quepamos todos” pregonada por el hermano Francisco de Asís, flor exótica en tiempos del ‘capitalismo salvaje’ que solo cree en la ‘Ley del Embudo’.

En Cartagena de Indias, donde hace décadas se extinguieron las ‘Águilas caudales’ del ‘Tuerto’ López, ahora preñada de pobreza y miseria, las cuentas bancarias y los libros de contabilidad pisotean a los seres humanos.

Cinturones de miseria y desesperanza, acechados por plagas medievales, prostitución y microtráfico; desarraigados provenientes de los rincones de la patria y más allá de las fronteras, sobreviven de puro milagro, obligados a devorar manglares y todo aquello que encuentren a en medio de la batalla desigual por la supervivencia; sí, aquí en Cartagena, a 490 años de su sanguinaria fundación, ¡cuánta falta nos hace Rafa Vergara Navarro!, soñador empedernido que aconsejaba dejar a un lado la ‘problemática’ y emprender, de inmediato, la ‘solucionática’. El tiempo se acaba.

Rafa, hasta su último aliento, exigió respeto absoluto para ‘Su majestad, la Clorofila’, fabricante silenciosa de oxígeno, sombra y humedales, advirtiendo, sin temor a equivocarse, que para sobrevivir como especie sobre la faz de la Tierra: “Si un árbol molesta tu casa, derriba tu casa”.

Rafa Vergara Navarro sigue más vivo que nunca, alzando su voz ronca y contundente. Hoy cedí mis palabras y sentimientos al ‘Profeta de los manglares y de causas imposibles’. Él sabe muy bien que “Si se calla el cantor, calla la vida”.

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