El canal regional de televisión del Caribe colombiano -Telecaribe- ha pasado las verdes y las maduras desde su creación en 1986. Su misión de integrar la región a través de la divulgación y promoción de sus manifestaciones y expresiones de la cultura, los acontecimientos importantes y el impulso a procesos de consolidación del ser Caribe, a menudo se ha extraviado.
El canal tiene sede en Barranquilla y su accionar centralizado ha ido en detrimento de la periferia y de sí mismo. La provincia ha estado huérfana de una presencia real del canal y hace años los noticieros locales que funcionaban en Cartagena, Montería y Valledupar desaparecieron. Es necesario ir al Caribe profundo, poner en perspectiva otras realidades, recrear historias de personajes ignorados, darles rostro a quienes permanecen invisibles, mostrar angustias y logros de quienes trabajan más allá del epicentro de poder que caracteriza a Telecaribe. Hay una vida activa en la periferia, tonalidades diversas que no se muestran. Telecaribe tiene un agudo problema de audiencia que se explicaría en parte por la escasa representación de la gente del territorio en su pantalla.
En los años 90 Telecaribe fue fundamental en el proceso de búsqueda de autonomía regional junto con el Corpes y los foros del Caribe. Desaparecidas las dos últimas instancias, el canal debe volver a jalonar ese anhelo que ha tenido altos y bajos y no puede fenecer. En 2003, cuando Edgar Rey Sinning llegó a la gerencia tras el primer proceso de meritocracia, el canal estaba al borde del cierre, carcomido por las deudas, con una cartera casi imposible de recuperar y navegando en un desprestigio por su manejo politiquero y afanes clientelistas. Cuando se retiró, a los seis años había recuperado su norte gracias a una ejecutoria seria que puso el interés del Canal por encima de las presiones de la política. Ese norte debe mantenerse para superar las cíclicas crisis que perturban la buena marcha de la entidad.
Gobernaciones y universidades, socias del canal, deben entender su función, apoyarlo y fortalecerlo como ente comunicacional que puede mostrar al país las realidades y potencialidades de la región, sin que se convierta en caja de resonancia de gobernantes como ha sucedido. El 30 de junio se escogerá nuevo gerente. No debe tener “marquilla” política pero sí solvencia moral, independencia, criterio, experiencia en hacer televisión, capacidades gerenciales, tino en las relaciones con realizadores, productores, grandes empresas y trabajadores del canal, así como amplio conocimiento de lo que significa el territorio como parte integral de la región.
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