Columna


Tengo sed

CÉSAR PIÓN GONZÁLEZ

03 de abril de 2018 12:00 AM

Al definir la sed como un mecanismo de regulación mediante el cual el organismo induce a saciarse, a generar la necesidad, a la ingestión de líquidos que producen tranquilidad física o emocional, utilizo esta palabra para analizar a Cartagena.

Cartagena tiene sed inmensa de vivir tranquila, sin raponeros, sin pandillas, sin atracos, sin asesinatos; Cartagena tiene sed de una seguridad que nos conceda el derecho a caminar sin temor; sed de materializar los sueños que hemos fabricado para nuestros hijos, con buenas carreras, buenos empleos, libres de drogadicción.

Cartagena tiene sed de una buena movilidad, el deseo de un transporte rápido, seguro, eficiente y económico, con parqueaderos suficientes, sin estacionamientos y aglomeración en las vías principales, con una buena moral y ética de quienes regulan el tráfico, de un buen plan de movilidad. Cartagena tiene sed de ser una ciudad ordenada, respetuosa y culta con buen uso del espacio público, sin la doble moral, y que no se la tomen quienes ejercen el monopolio y quienes desalojan al pequeño comerciante.

Cartagena tiene sed de amor, de perdón, de tolerancia, de deseo, de colaboración, de solidaridad, sed de desterrar el egoísmo, la envidia, la venganza, de encontrar un camino que nos lleve a un mundo soñado.

Cartagena tiene sed de respetar a los niños, a los ancianos, a la mujer, a los discapacitados, sed de entender que son nuestros hermanos y que de alguna manera nacimos, podemos ser y llegaremos a algunos de esos estados.

Cartagena tiene sed de un ambiente sano, no contaminado, con respeto a los árboles, sed de mantener limpios los caños, las ciénagas, de no contaminar el ambiente, de no arrojar basuras a las calles, de manejar el reciclaje, sed de sembrar plantas y cuidar nuestra fauna.

Cartagena tiene sed de que cambiemos de conducta, que la política sea el ejercicio de la colectividad y no de la actividad personal, sed para que el ciudadano decida por sus dirigentes sin prebendas, sin coimas y con la férrea voluntad de elegir a nuestro parecer quien conjugue factores de preparación académica y humana.

Señor, tengo sed, la fatiga social nos hace clamar y buscar los errores del camino, tengo sed de aprovechamiento de los días para cerrar la brecha de mi ausencia, sed para reconciliarme con mi hermano, para pedirle perdón. Señor, qué difícil es pedir si no ofrezco, qué difícil es brindar si no estoy convencido, qué difícil calmar la sed si soy un mal ciudadano, si soy un mal político, si soy un mal cristiano, ¡tengo sed de ti señor! Sed de la vida.

Señor de infinita misericordia, sé que por mi culpa te han ultrajado y también sé que por las infinitas penas que te han infligido tienes sed. Señor dame el agua que derrama tu costado como elixir magnífico para lavar la ira de quienes nos ultrajan, para abrir el camino de quienes perdidos por la vanidad y el orgullo, siguen sembrando dardos en la fuente maravillosa de tu costado.

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