Columna


Todos a vacunarse

JESÚS OLIVERO

09 de abril de 2021 12:00 AM

Solo existe una forma de avanzar como especie y empezar a disminuir los efectos económicos y sociales de la hecatombe generada por la pandemia, y es vacunando a la mayor parte de la población en el menor tiempo posible. Si esta tarea no la cumplimos a cabalidad, no habrá plan maestro o programa, gubernamental o no, con impacto significativo sobre el desarrollo económico del país, y el mundo.

Los medios de comunicación tienen gran responsabilidad informando adecuadamente y sin amarillismos. Cuando un titular de una agencia de noticias lee “sí hay relación entre la vacuna anti-COVID de AstraZeneca y los trombos”, no solo genera una cadena de desinformación que perjudica cualquier campaña de vacunación, también produce desinterés en la población, pérdida de confianza en las instituciones, depresión y hasta un pesimismo que termina convirtiéndose en una carga adicional para el ya deteriorado estado de salud de las personas.

Todos los medicamentos que utilizamos día a día, inclusive el acetaminofén, producen reacciones adversas en personas alrededor del mundo que pueden conducir a la muerte. Muchas son documentadas, otras no, pero con seguridad ocurren. Igual sucede con las vacunas. Las distintas anti SARS-CoV-2 (COVID-19) disponibles pasaron por diferentes ensayos para evaluar su eficacia y seguridad, y solo cuando la evidencia fue estadísticamente concluyente, recibieron el aval para ser usadas masivamente en la población.

Aunque en la mayoría de los casos los efectos secundarios a las vacunas son tolerables o imperceptibles, es posible que la genética, la condición de salud, el estado nutricional, entre muchos factores, aumenten el riesgo de aparición de problemas específicos en algunos grupos. Para el caso de los trombos, estimaciones sugieren que las personas tienen mil veces más probabilidades de morir por COVID-19 que por un trombo de la vacuna AstraZeneca.

Tanto divulgar información incompleta o confusa sobre los efectos secundarios de las vacunas, como decir que no generan ningún problema, son errores mayúsculos que no deben tolerarse. Aún tenemos fresco lo sucedido con las niñas de El Carmen de Bolívar. El otrora ministro de Salud, Alejandro Gaviria, hoy rector de UniAndes, a pesar del cúmulo de información científica, no brindó la atención necesitada a la problemática, por el contrario, salió con el cuento de las respuestas psicogénicas masivas, un irrespeto y desidia estatal para con las niñas y sus familias.

Recuerde, todos debemos vacunarnos si queremos empezar a pasar la página del COVID-19.

*Profesor.

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