Columna


Tragedia y golpes

DARÍO MORÓN DÍAZ

08 de abril de 2017 12:00 AM

TRAGEDIA -Como consecuencia del cambio climático, de las lluvias y la imprevisión, ocurrió la tragedia en el Putumayo. Mocoa fue sorprendida por una avalancha que ocasionó más de trecientos muertos, miles de damnificados y pérdidas millonarias. Duele ver que siempre las desventuras las padecen los más humildes, centenares de madres con sus hijos murieron lo cual consterna el ánimo. El gobierno actúo con celeridad y la Cruz Roja y el Bienestar Familiar desarrollan una labor encomiable.

Todos los colombianos debemos ayudar a que el sosiego regrese a las gentes del Putumayo; ante la cruda acción de las lluvias deben activarse las alertas que la burocracia oficial olvida. Lamentablemente debemos agregar que en este país existen gentes proclives al delito, los facinerosos aprovechan la situación para saquear lo que les queda a los pobres de Mocoa. Las autoridades deben actuar con firmeza, inclusive con el uso de la fuerza, única manera de escarmentar a los delincuentes. De todas maneras, la solidaridad apareció en las distintas esferas nacionales y las acciones negativas quedaron sepultadas por la magnitud del desastre.

GOLPES. Los “golpes de estado” se extienden a varios países de Suramérica, inclusive a la O.E.A. Primero fue en Brasil con el golpe de estado contra Dilma Dusseff, mandataria elegida democráticamente. En Venezuela a principios de este año la Asamblea legislativa acusó al presidente Nicolás Maduro de “abandono del cargo” y se procedió a implementar un “golpe de estado suigeneris” por cuenta de la oposición, contra el mandatario. Después de ese episodio de opereta, acusaron al Tribunal Constitucional por las sentencias que eliminaban la asamblea. Las sentencias al día siguiente quedaron sin efecto, en un auténtico retroceso. No obstante, la oposición optó por seguir presentando el episodio como un “golpe de estado”. Por fortuna allá no ocurren hechos cruentos, a pesar de contar con expertos en organizar “guarimbas”. Continuemos con los golpes, en la propia OEA despojaron al embajador de Bolivia de la presidencia del Consejo, en una maniobra propia de un cabildo pueblerino y aprovecharon para presentar una resolución contra el gobierno venezolano. En fin, el contagio golpista sigue, la víctima como siempre es la verdad. Algunos embajadores comprometidos sin el menor escrúpulo, denuncian una visión acomodaticia de la situación.

COLETILLA. En Venezuela el populismo de derecha y el de izquierda están enfrentados. Nunca comenté sobre ese conflicto. Lo hago ahora porque considero absurdo que en editoriales y columnas se pontifique sobre la situación interna de esa nación. ¿Y qué de la corrupción en Colombia? ¡La paja en el ojo ajeno y la viga en el nuestro!

 

 

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