Columna


Transcaribe

JAIME BONET

16 de febrero de 2020 12:00 AM

Transcaribe es un ejemplo de lo difícil que es ejecutar y poner en marcha un proyecto público en Cartagena. Luego de varios años de construcción, el Sistema Integrado de Transporte Masivo comenzó a funcionar en marzo de 2016. A pesar de que las dificultades en la operación no han sido menores, el sistema ha logrado avances en movilidad y medio ambiente. No obstante, existen desafíos que podrían poner en riesgo la sostenibilidad en el largo plazo.

Transcaribe cuenta con 322 vehículos que recorren 24 rutas en la ciudad y movilizan cerca de 137.000 pasajeros diarios en promedio. El SITM genera unos 1.050 empleos directos y es amigable con el medio ambiente, dado que su flota utiliza únicamente gas natural y su tecnología de punta produce menos gases contaminantes que los buses convencionales.

Una de las dificultades más grandes del SITM es el doble papel de Transcaribe. En la concepción original, este organismo era el ente gestor, lo cual le otorgaba competencias en la construcción, mantenimiento, suministro y administración. Esto implicaba que la operación del recaudo y las rutas eran realizadas por concesionarios, en donde Transcaribe ejerce únicamente control y supervisión.

En diciembre de 2014, ante la no presentación de proponentes para operar uno de los tres tramos de rutas abierto a licitación, la Junta Directiva de Transcaribe decidió que sería la misma institución la que prestaría el servicio de operación. Entre sus nuevas responsabilidades, adquiriría y operaría hasta 224 buses. Además, financiaría la desvinculación de vehículos del transporte público convencional a través de aportes al fondo de chatarrización. Para cumplir con este rol, el Distrito se comprometió a aportar $112.958 millones entre 2016 y 2019, de los cuales aún faltan por trasladar unos $66.000 millones.

La falta de esos aportes ha retrasado el proceso de chatarrización, lo cual limita la entrada en operación de nuevas rutas y reduce el número de pasajeros transportados. Esto conduce a que los ingresos sean menores y que se arrojen pérdidas, las cuales tenderán a ser crecientes si no te toman medidas correctivas.

El SITM debe verse como un proyecto de ciudad que permitiría un transporte público eficiente, seguro y amigable con el medio ambiente. Es un sistema que ayuda a reducir las desigualdades a través de una mayor integración de las distintas zonas de la ciudad. Por ello, es importante consolidarlo para un mayor número de usuarios. Una de las opciones es concentrar a Transcaribe en la gestión del sistema y entregar en concesión el tramo que actualmente opera.

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