Columna


Un IPCC para caballeros

GLENDA VERGARA ESTARITA

10 de agosto de 2013 12:37 AM

Es equivocado plantear el tema de corrupción en Institutos gubernamentales desde la óptica de una responsabilidad de géneros.

En columna de prensa reciente, el señor Juan  Ensuncho Bárcena, se refiere a manejos inapropiados en el ente que rige la política cultural en el Distrito  y apuesta por una gestión transparente dentro del  IPCC si los hombres tienen acceso al cargo de dirección de ese despacho.
“Los caballeros heterosexuales somos tan capaces como las damas y la comunidad LGBTI, de enfrentar un importante reto como ese”, dice, agregando además, que “En la ciudad se ha impuesto una discriminatoria costumbre de nombrar solo a mujeres en la dirección del IPCC”.
Lo que el columnista parece olvidar es que la participación de la mujer en los puestos de libre nombramiento era  nula  hasta el año 2000 cuando se aprobó la  Ley de Cuotas con la que el legislador quiso saldar la deuda histórica que este país tenía con las damas y que aún le falta muchísimo cumplimiento.
La norma estaba cargada de buenas intenciones, claro, pero muchos no supieron interpretar que el mandato de un 30% se refiere a participación en cargos específicos como La Corte Constitucional lo aclara: “A manera de ejemplo, significa que 30 por ciento de los ministerios, 30 por ciento de los departamentos administrativos, 30 por ciento de las superintendencias, etc. deben estar ocupados por mujeres”.
Los problemas del IPCC no deben relacionarse con la injerencia femenina en las directrices que le rigen. Tampoco es justo mencionar que la comunidad LGBTI, visibilizada a través de programas culturales incluyentes, es privilegiada por una oficina municipal que se ha ocupado de nombrarla y respetarla. Sí hay anomalías dentro de este instituto, deberán denunciarse, por supuesto. Pero que no se insinúe que los caballeros podrían hacerlo mejor que las damas, porque la corrupción, que tiene un nombre  de mujer, qué lástima, ha sido mejor amante del hombre, y no por ser bilógicamente hombre, ni más faltaba, sino porque es quien más oportunidades ha tenido de ejercer cargos públicos y estadísticamente se ha dejado seducir más por ella.
Comparto la preocupación del columnista por la suerte del IPCC.  Pero Abrir brechas entre mujeres y hombres, y designarse para hacerlo con un adjetivo que marca una condición sexual definida, no conviene a la cultura de tolerancia.  Es que hay que aprender que quien no es como yo, tiene mis mismos derechos, así nuestras diferencias sean de cualquier índole.
Si alguien quiere denunciar que lo haga. Pero que el argumento no se apoye en la declaración pública  de masculinidad. No hay mujeres incapaces para ejercer una función de mando por ser mujeres, ni hombres aptos por ser hombres, ni gays incompetentes por ser gays. Lo que hay es una ética pública que muchos han excluido del lenguaje de la cultura política.

GLENDA VERGARA ESTARITA
vergaraglenda@hotmail.com

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