Columna


Un salto atrás

MIGUEL YANCES PEÑA

19 de febrero de 2018 12:00 AM

El grupo guerrillero autodenominado Ejército de Liberación Nacional (Eln), empoderado por este gobierno, ha reanudado su accionar terrorista contra la infraestructura económica del país (oleoductos, puentes, torres de energía, y vías entre otras), que el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, sin ceder, había logrado acabar devolviéndole al país la tranquilidad: algo que parecía imposible.

Entre ellas, un puente en la Ruta al Sol que aísla la Costa Norte del centro del país, y dos líneas del sistema de interconexión nacional (SIN) que la aísla eléctricamente; y que obliga a tener que despachar plantas térmicas más costosas; y a importar combustible (GNL) también más costoso, para atender la demanda en esta región del país. El despacho de plantas de generación eléctrica en estas condiciones, además, origina restricciones nacionales que se reflejan en un mayor costo de la energía que consumen los usuarios. En general, todo daño recibido, y todo beneficio que se les otorgue a los terroristas, finalmente llega a los bolsillos de los contribuyentes, que somos los mismos votantes.

Los más adultos habíamos olvidado, y los más jóvenes ni se imaginan que pudiera haber sucedido algo así: destruir lo que tanto dinero, tiempo y esfuerzo había costado construir, dañando el medio ambiente (aguas, y vida animal y vegetal) y afectando el normal desenvolvimiento de la vida y la economía del país. Dineros que podrían utilizarse en construir, no en reconstruir lo destruido por el terrorismo. Cuánta insensatez, y cuánta torpeza por parte de guerrilla y gobierno.

El terrorismo actúa oculto, a veces a distancia, y no requiere de poderosas armas y costosos ejércitos, basta con unas pocas mentes desquiciadas: de ahí su peligrosidad. ¿Cómo negociar así? Una negociación franca y civilizada, para nada puede recurrir a la mentira, la amenaza, la intimidación, u otras formas de empoderamiento, porque simplemente “deja de ser” negociación para convertirse en una guerra de posiciones en la que hay vencedores, que sacan ventajas, y vencidos que quedan resentidos, llenos de rencor y deseos de venganza. Los huevos y las rechiflas, además del bajo nivel de aceptación que tiene en las encuestas la Farc, dan cuenta del rechazo que dejó una mala negociación. No es entendible que el “poder” del Estado, haya quedado disminuido frente a un grupo armado en huida.

El Eln (era fácil imaginarlo) ahora quiere más que la Farc; y esta logró más que las Auc. Así sucede cuando la parte que se considera poderosa, porque posee más (tiene más que dar) cede. Las exigencias serán crecientes. Y para lograrlo, ya revitalizadas, regresan a las acciones terroristas que habíamos olvidado. Hay quienes dicen en forma burlona, que la Farc, ahora unida al Eln, sigue armada y delinquiendo, y que fue la disidencia la que negoció en Cuba con el Gobierno, y les robó el nombre.

movilyances@gmail.com

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