Columna


Un turismo sostenible

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

01 de octubre de 2017 06:35 AM

Cartagena es una ciudad muy bien ubicada. Nació por ser una bahía y, desde esa concepción, se ha ido convirtiendo, a lo largo de sus años, en una ciudad Turística por sus atractivos históricos, culturales, religiosos, ecológicos, sociales y la riqueza humana de su gente. Todos estos atributos, que son bendiciones, hacen que su sostenibilidad pase, necesariamente, por el sector del turismo.

El pasado 27 de septiembre, la Iglesia celebró la Jornada Mundial del Turismo invitándonos a la reflexión y a acoger con fe y optimismo, el mensaje del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, en el que el papa Francisco nos recuerda que “la Iglesia se une a la sociedad civil en la aproximación al fenómeno del turismo, desde el convencimiento de que toda actividad genuinamente humana debe encontrar eco en el corazón de los discípulos de Cristo”.

La ONU proclamó el 2017 “Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo”. Decisión que hizo suya, la Organización Mundial del Turismo eligiendo como título para esta jornada: “El turismo sostenible como instrumento de desarrollo”.

Cuando la Iglesia aborda el tema del turismo en la agenda mundial, lo hace porque reconoce que es un fenómeno de gran importancia no solo para los que viajan y disfrutan sino también para los que trabajan y viven de él. Ya desde este punto de vista, en lo particular, creo que nos caben muchas preguntas sobre la forma como se acumulan y redistribuyen en Cartagena los beneficios económicos, culturales y sociales que deja el turismo y la manera como se socializan y asumen las pérdidas por los riesgos y peligros que este deja en la ciudad en lo humano y lo social.

El año pasado la OMT, nos dijo en su informe que aproximadamente unos 1.235 millones de personas se movilizan en todo el mundo con fines turísticos y que este sector representa el 10% del PIB y el 7% del total de las exportaciones, teniendo en cuenta que uno de cada 11 puestos de trabajo se encuentra en el turismo. ¿Mirando las cifras y el llamado de Francisco, qué podemos hacer de manera conjunta?

Lo primero es reconocer que el turismo es decisivo para el crecimiento y la lucha contra la pobreza. La Iglesia enseña que el auténtico desarrollo “no se reduce simplemente al crecimiento económico sino a un crecimiento integral que promueva a todos los hombres y mujeres”.

Lo segundo es cultivar la vida querida para todos los cartageneros sin comprometer la capacidad de los niños y niñas que ayer nacieron en las clínicas y casas de la ciudad.

Lo tercero es apostarle al turismo con rostro humano, comunitario y solidario, valorando nuestro patrimonio histórico. Todos juntos son el auténtico camino de la belleza. ¡Abrimos el foro… y la Iglesia pone sobre la mesa El Pazaporte Cultural!

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