Columna


Una ciudad más amigable

LINA MARÍA ACOSTA ARANGO

28 de enero de 2023 12:00 AM

Cada mañana al abrir los ojos y enfrentarnos a una nueva jornada, tenemos la oportunidad de decidir cómo será.

Tomar conciencia de esta responsabilidad es lo que nos hace mejores seres humanos.

El manejo del día, nuestra relación con las demás personas y la manera con que encaramos las dificultades no es lo que nos define. Lo que lo hace es nuestra intención al relacionarnos y cómo asumimos esa responsabilidad. Supongamos que encuentro a alguien con quien no tengo una especial afinidad, al escoger la manera como mi energía se dirige a ella, estoy escogiendo la energía que esa persona me devolverá. Y lo he comprobado varías veces, cuando aún a sabiendas de que mi interlocutor es hostil, conscientemente esbozo una sonrisa sincera, su respuesta siempre es más amable.

Esta es la actitud con la que debemos tratar a nuestra ciudad. Entiendo perfectamente que estamos cansados. Que a veces de tanto luchar contra la corriente, quienes queremos cambiar tantas cosas bajamos los brazos desalentados y con ganas de rendirnos.

También yo he conducido mi auto renegando y estrilando contra los peatones, motociclistas, taxistas y ciclistas con que me cruzo en el camino, como si eso sirviera de algo o modificara su comportamiento.

Es por eso que la decisión está en cada uno de nosotros. Por eso en vez de estrilar hagamos Ho oponopono, que significa Perdón, te amo, gracias. Yo lo interpreto así: Perdóname por cruzarme en tu camino y por el mal que involuntariamente te he causado. Te amo porque eres mi hermano y como tal haces parte de mi vida, y gracias por hacer parte de mi existencia, así nuestros caminos se crucen solo un segundo, porque al solo cruzar nuestras miradas ya haces parte de mi historia.

Creo sinceramente que si al abrir los ojos, después de dar gracias a Dios por el nuevo día, mencionamos esas palabras mágicas dirigidas a la humanidad, nuestra jornada se desarrollará en altas vibraciones, lo que generará el cambio del que tanto hablamos y deseamos. Ese cambio que tanto necesita nuestra querida Cartagena. Ese cambio que solo se dará si al elegir a nuestro nuevo alcalde lo hacemos desde la conciencia, no desde el interés personal; ese cambio que se dará cuando los derechos se exijan desde el cumplimiento de nuestras obligaciones, ese cambio que se hará notorio cuando seamos conscientes de que el interés general prima sobre el personal, pues si todos están bien, también yo lo estoy. Ese cambio se hará realidad cuando quienes hacen parte de la administración cumplan con su deber. Ese cambio será posible si cada uno asume su responsabilidad cívica. Ese cambio será posible cuando apartando nuestro ego, seamos capaces de reconocer, aplaudir e impulsar a quienes hacen algo mejor que nosotros.

¿Suena utópico cierto?, pero estoy tan convencida de que se puede, que hago público mi compromiso de vibrar en positivo y trabajar en él, aunque las fuerzas parezcan haberse acabado, y si de algo sirve mi ejemplo, quienes lo sigan trabajemos para que tengamos una ciudad más amigable con quienes la habitamos y la visitan.

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