Columna


Verde limón

ÓSCAR COLLAZOS

28 de septiembre de 2013 12:02 AM

La alianza que acaban de sellar en Bogotá los Verdes y los Progresistas, lanza al escenario político una variopinta mezcolanza de tendencias. A la derecha del Polo y a la izquierda de los partidos de la Unidad Nacional, los nuevos aliados se perfilan como una fuerza electoral un poco confusa e inestable, como mesa de tres patas.
Primero, deberán ponerse de acuerdo en la designación de un candidato presidencial, pues la alianza se selló pensando en las elecciones de 2014, dominada por la polarización. Sin este objetivo, difícilmente se hubiera formado una coalición que va desde las cambiantes actitudes de Enrique Peñalosa hasta el prestigio en alza de Navarro.
El nuevo equipo tiene una extraña mezcla de aspirantes a la presidencia, distinta a la imagen coherente que proyecta la candidata del Polo, Clara López, fortalecida en las encuestas. Y es mayor la confianza que inspira ella a las dudas que desatan las cabezas del nuevo partido. Si se las van a jugar como alternativa a Presidencia y Congreso, tienen que probar que no son una colcha de retazos cosida a las carreras.
Independientemente del prestigio o descrédito que le quede a Petro al salir de la alcaldía, el artífice de Progresistas no abandonará su aspiración a una candidatura presidencial para 2018. Entre Navarro y Peñalosa, es muy posible que la balanza se incline hacia el ex gobernador de Nariño, cerebro de esta alianza. 
Por el momento, los Verdes decidieron salirse de la Unidad Nacional. Su presencia allí tal vez no representara votos seguros para la reelección de Santos ni cargos de alta representación en su gobierno. Tenían que abrirse y medir sus propias fuerzas, al margen de la coalición de gobierno, aunque existan en los Verdes políticos que, francamente, le harían honores a la coalición de gobierno.
  Cerrada la vía que los conduciría a la izquierda del Polo, los Verdes-Progresistas tendrán que buscar y ganarse los votos volátiles de una centroizquierda que desconfía de Peñalosa y se inclina más por Navarro.
Encuentro positiva la formación de esta alianza. Si llega a ser permanente y no una puerta donde se entra y sale a cualquier hora, rompería la polarización Santos-Uribe, tarea que cumplía el  Polo en solitario. Pienso que, en circunstancias difíciles, Verdes-Progresistas, a diferencia del Polo, no serían fuerza beligerante contra Juan Manuel Santos. 
Pero la existencia de tantos egos revueltos en la nueva coalición, podría ser el mayor obstáculo en la consolidación de un partido que vaya más allá de una unión de circunstancias. Su elasticidad de chicle podría romperse por su vaguedad ideológica. La única prueba de fuego de su solidez futura serán las elecciones de 2014.   

*Escritor


 

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