Columna


Visiones de país

CRISTO GARCÍA TAPIA

07 de junio de 2018 12:00 AM

Lo deseable en el periodismo de opinión, es que aquellos analistas que se aventuran con el examen de un hecho histórico, y en la coyuntura los procesos eleccionarios lo son de la historia política nacional, asuman tan interesante desafío desprovistos de los presupuestos falsos, sesgos ideológicos e intereses predeterminados, con los cuales en la mayoría de los casos suelen adentrarse en el terreno de su objetivo y fines.

De modo tal que la “visión” del hecho histórico objeto de la atención del analista, no resulte desenfocada y errátil y un contrasentido que, además de conducir a error en la formación de opinión pública autónoma, crítica y capaz de decidir por sí, distorsione la verdad histórica a esclarecer.

Así las cosas, y gracias al “estropicio institucional” que de manera dictatorial dio en alterar, con “solo cambiar un articulito y listo”, los cuatrienios por octienios, cuanto ha ocurrido en la historia política de Colombia en los últimos treinta años es la institucionalización y predominio de una sola, monolítica, autoritaria y excluyente “visión” de país.

Con mayor intensidad en unos periodos que en otros, pero siempre predominando los supuestos ideológicos, políticos, económicos y sociales que tal visión entraña, se ha forjado, construido, repartido, excluido y discriminado el país, el poder, el gobierno, la administración pública, en Colombia.

Y más allá del aparentemente inocuo cambio de periodos presidenciales de cuatro por ocho años, mediado por el cambio de un articulito en la Constitución Nacional, la imposición permanente del modelo que aquella visión concibe, reproduce y detenta.

Y que hoy, más que en cualquier otro estadio de nuestra historia y ante el avance incontenible de millones de nuevos ciudadanos que claman por un país en paz, busca por medio de alianzas políticas siniestras, tráfico de votos, bandas y carteles de distinta denominación, mantener su hegemonía y volver a imponer a los colombianos el régimen de terror, violencia y candidatos simulados, que en mandatos de aciaga ocurrencia les ha sido útil a sus fines y personeros.

En tanto el binomio Uribe - Duque promete “mantener” ese estado de cosas en las manos y bolsillos de los mismos con las mismas, Petro concilia por un nuevo país, por una economía diversificada, en constante crecimiento, productiva y sostenible; por un aparato productivo competitivo, moderno y generador de bienes de capital; por una educación superior de calidad, gratuita y universal; por una justicia independiente y libre de presiones políticas; por una salud pública para la vida.

Por su visión conciliadora de una Colombia que clama construir en paz y democracia su desarrollo, fortalecer su economía y erradicar la corrupción, Petro presidente.

“Y que hoy, más que en cualquier otro estadio de nuestra historia y ante el avance incontenible de millones de nuevos ciudadanos que claman por un país en paz (...)”
 

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