Columna


Voces juveniles

GINA RUZ ROJAS

29 de julio de 2016 12:00 AM

“La tradición se está perdiendo”, “los jóvenes no se interesan por el folclor”, son expresiones fáciles y frecuentes ante un panorama musical que por cuenta de medios sonoros monotemáticos y gobernados por la payola (el que paga suena) parece predecible y empobrecido.

Sin embargo, hay colectivos juveniles que trabajan por encontrar su propia voz y expresar su universo a través del lenguaje de la música, alimentándose no sólo de lo que reciben por los medios masivos sino de su entorno urbano o rural.

La empatía de los jóvenes con las tecnologías, lo ha dicho el experto en cultura Jesús Martín Barbero, contribuye a formar comunidades que responden a nuevos modos de sentir, percibir y expresar la identidad, conformando identidades flexibles que son capaces de hacer convivir en el mismo sujeto ingredientes de universos culturales muy diversos.

En San Basilio de Palenque (Mahates), los jóvenes de Kombilesa Mi (”mis amigos”, en lengua palenquera) encontraron en el hip hop una herramienta de lucha y resistencia para conocer y divulgar las manifestaciones culturales de su comunidad, y en el rap la vía para expresar con contundencia su entorno y su cotidianidad.

Para llegar a su primer disco, que promueven por estos días, pasaron años experimentación en el espacio patrimonial que miraba con preocupación la asimilación de músicas ajenas. Decidieron “palenquizarlas”, siguiendo el consejo del maestro Rafael Cassiani, voz líder del Sexteto Tabalá.

Lo llaman rap folclórico palenquero, lo cantan en lengua palenquera y español, y en vez de pistas electrónicas echan mano del bullerengue, el mapalé, la chalusonga, con instrumentos de sus músicas: llamador, marímbula, maracas, tambora y tambor alegre.
En los Montes de María, sobrevivientes de la terrible violencia paramilitar que azotó el corregimiento de Libertad (San Onofre), el colectivo cultural Afro-Música quiere cambiar la cara de su pueblo contando y recreando costumbres y saberes que parecían perdidos.

Décimas, tambores, bailes cantaos y hasta sus rituales fúnebres como el “canto a las maruchas” fueron silenciados por la guerra. Afro-música se define como la voz de ese silencio. Sus canciones hablan de la vida, de soñar y construir un pueblo en paz.
A su lenguaje lo llaman bullerengue rapiao o bullenrap, en el que combinan sonoridades urbanas como el hip hop con el bullerengue y la cumbia.

Ambos grupos expresan el interés por su entorno, intercambian saberes con sus mayores y se asumen transmisores de esos saberes. Las tecnologías les acercan otras culturas, otros sonidos, pero también les permiten experimentar y construir sus identidades.

*Investigadora Asociada, L+iD

COLUMNA EMPRESARIAL
GINA RUZ ROJAS*
@Ginaruzr

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS