Columna


¿Y dónde está la infancia?

RAÚL PANIAGUA BEDOYA

02 de octubre de 2023 12:00 AM

Hace muy pocos días se divulgó el informe del DANE respecto a la situación de pobreza en Colombia y en Cartagena, con datos del año 2022. A nivel nacional hubo un descenso de las personas que viven en pobreza, para llegar al 36,6%; pero para nuestra ciudad, la cifra fue a la inversa, pasando del 42,5% al 43,6%.

Según el DANE, esto se traduce en que en nuestra ciudad hay 14.485 nuevas personas que viven en la pobreza. De acuerdo con este informe, en nuestra ciudad hay 408.046 personas que subsisten con ingresos mensuales menores a $427.667, “que es lo mínimo que se requiere en la ciudad para poder comprar una canasta básica de alimentos, servicios y otros bienes mínimos para vivir”. Dividiendo esa cifra, quiere decir que más del 40% de los cartageneros tiene que sobrevivir con 14.255 pesos diarios.

Sigue diciendo el DANE que, de esas personas, 118.790 viven en pobreza monetaria extrema, “es decir, sus ingresos mensuales no superan los $200.447, que es lo necesario para adquirir una canasta básica de alimentos con el mínimo requerimiento calórico para subsistir. Este porcentaje de pobreza extrema también subió: en 2021 era del 10,1% y en 2022 pasó a ser del 12,7%” (DANE).

Esto es preocupante, pero no es lo único que nos debe alarmar. Debemos inquietarnos por lo que hay detrás de las cifras. Por ejemplo, con un amplio margen de seguridad se puede afirmar que más del 70% de esos pobres son mujeres, un buen número de ellas son madres cabeza de hogar, la mayoría de sectores de población vulnerable o vulneradas, con baja escolaridad, ninguna formación para el trabajo y haciendo parte de círculos perversos de pobreza, inequidad, exclusión y marginalidad.

Detrás de esas cifras se esconde un drama aún peor y es que con certeza, por lo menos, el 30% está conformado por niños, niñas y adolescentes, sin capacidad de generar ingresos, inmersos en ambientes de maltrato y abusos, haciendo parte de familias con elevados niveles de agresividad y violencia interna, receptores de las frustraciones de los adultos con los cuales conviven y sin mayor posibilidad de ser escuchados y reconocidos.

Tal vez lo más grave de este panorama es la precaria presencia de los niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho o como sector de población prioritario en las propuestas y planteamientos de los distintos candidatos a la Alcaldía de la ciudad.

Con muy pocas excepciones los niños no existen hoy en la mayoría de las campañas por la Alcaldía. Las palabras que menos se leen en sus propuestas de gobierno, que menos se les escucha en sus intervenciones y debates es precisamente la de quienes hoy tienen menos futuro, quienes en pocos años serán los adultos que nuestra ciudad está formando, la infancia.

Ojalá algunos candidatos piensen no solo en los próximos cuatro años, sino en las próximas generaciones de los habitantes de nuestra ciudad.

*Sociólogo.

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