Columna


Y el cero

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

18 de enero de 2020 12:00 AM

Este concepto fundamental parece que viene de la India, que con ese aporte se suma a otros con igual importancia como los espléndidos upanishads y ese gran tratado que le dicen kamasutra.

Nuestra primera relación con el cero fue de inquietud y temor, cuando en la escuela nos amenazaron con él. Una calificación como castigo por la poca atención dispensada y hasta por incurrir en necedades propias del kínder.

El cero es un símbolo que denota la ausencia de un número, y es a la vez un digito. Un signo sin aparente valor propio, que sirve para ocupar los lugares donde no debe haber cifra significativa.

El cero es despreciado en forma equivocada. Lo confundimos con la nada. Algunos lo asocian con la negación de un valor cuya presencia es fundamental. Escuchábamos a los abuelos calificar a alguien despectivamente, cuando decían que era un cero a la izquierda. Los ceros a la derecha son la diferencia principal entre necios con dinero, que hoy se proclaman pomposamente magnates, y otros seres también de carne y hueso, que no lo tienen.

Las matemáticas deben trastornar a algunos obsesionados con la ideología: la colocación del cero a la derecha de un número multiplica por diez su valor, mientras que si se sitúa a la izquierda no lo modifica en absoluto. Vainas del imperio, diría el ecuánime Nicolás Maduro.

En una sabrosa charanga de la vieja guardia se hace referencia al cero. Se alude a una muchacha que murió sin tener amores, murió siendo señorita, el coro repite con gracia, cero hit, cero carrera.

Se escribe ‘0’. La circunferencia que inspiró para inventar la rueda. Esa figura geométrica parió el 3.1416, que un tal Arquímedes se antojó en llamar Pi.

Es un simpático símbolo que nos remite a las mofletudas figuras de nuestro más consagrado artista. Los obesos vemos con agrado la aceptación que tienen. Las líneas rectas son lo menos parecido a la condición humana, errática y caprichosa. Cero se llamó también el avión de combate japonés de la Segunda Guerra Mundial.

Los exitosos de todas las épocas ponderan su labor y capacidades repitiendo ufanos, que partieron de cero. Expresión que magnifica la gesta cumplida, al indicar que empezaron sin tener nada, ni contar con recursos. El viejo Sartre empleó años para reflexionar sobre el ser y la nada. Otros se dedicaron al cero y el infinito. Paradójicamente el cero indica amplitud de expectativas, porque no hay nada más grande que la esperanza.

Las mujeres de cero en conducta tienen mucho público. En el espionaje, doble cero indica licencia para matar. Entre nosotros, sin ese trágico prefijo lo hemos hecho con mayor saña, y frecuencia.

Cero treinta y nueve eran las placas de un carro donde se llevaron una buena hembra. Cero tolerancia al delito, suelen porfiar funcionarios bien intencionados, al posesionarse de apremiantes sueños populares.

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