Columna


¿Y las bicicletas?

MAURICIO IBÁÑEZ

24 de septiembre de 2016 12:00 AM

En 1998, antes de que nos inventáramos el pico y placa, el promedio de ventas mensuales de carros nuevos en Colombia era de unas 10.000 unidades. Mientras la población de Colombia creció en los últimos 15 años un 20%, la venta de carros nuevos se disparó en más de 300%, llegando a promedios mensuales por encima de 24.000 unidades y coincidiendo con factores como una mayor oferta de carros más económicos, la caída del dólar, y cómo no, el pico y placa.

Si metemos en la ecuación el ritmo de pavimentación de calles nuevas en las ciudades, la pobre movilidad no sorprende. Lo repudiable es que muy pocas ciudades han seguido el ejemplo de Bogotá de hacer ciclorutas para facilitar su movilidad. Cartagena es una ciudad ideal para que la cultura de la bicicleta encuentre buen asiento.

Mayoritariamente plana, con hermosos paisajes, una ciudad amurallada cautivante, marinas; por si fuera poco nuestras calles son trampolines de accidentes y agresivas disputas, y se vuelven intransitables durante y después de los aguaceros. Es cierto que nadie montaría en bicicleta durante la lluvia pero mucho menos deseable es estar encerrado en un cajón con cuatro ruedas durante horas aun después de la tempestad.

Dentro de nuestros barrios compartimos en corta distancia restaurantes, bares, supermercados, ferreterías, hoteles, y apartamentos, bien podríamos encargarnos de hacer un trabajo magno para desincentivar el parque automotor sin recurrir a las ineficaces medidas del pico y placa. Veo con curiosidad que algunos sectores comienzan a hablar de una “cartilla de andenes”, iniciativa que aplaudo pero que pediría incluir el espacio para bicicletas.

Entre los barrios peninsulares de Asobocala y hasta la Sociedad Portuaria, solo restan mil metros casi lineales para completar un peatonal que conectaría toda la periferia de la bahía interior, poco más de 6 kilómetros que podrían cubrirse en bicicleta en menos de 20 minutos desde el Parque del Naval, con total seguridad para los usuarios. Esto implica arreglar los andenes de los barrios peninsulares y poner bicicleteros en los establecimientos y edificios, como hacen en Holanda y mucho otros países, liberando el espacio que ilegalmente se usa como parqueo hoy día y que es el mayoritario. El cobro del parqueo en sitios autorizados podría ir directamente a un fondo que ayude a construir estas ciclorutas y andenes.

No bastan pues las medidas de pico y placa ni el Transcaribe. Se necesita una reingeniería urbanística que tenga en cuenta que los ciudadanos y visitantes de Cartagena merecemos también la opción de la bicicleta como medio seguro de transporte.

Esto implica arreglar los andenes de los barrios peninsulares y poner bicicleteros en los establecimientos y edificios, como hacen en Holanda (...)

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