Editorial


Aftosa, otra vez

La aftosa se llama así porque uno de sus primeros síntomas visibles es que los animales afectados botan babas como consecuencia de unas vejigas, o aftas, que les salen en la boca, y también entre las dos pezuñas de cada pata, las que terminan por mudar en casos severos, quedando a veces impedidos para caminar y a veces, hasta para pararse.

La fiebre aftosa no solo le puede dar a los bovinos, sino a los demás animales de pezuña hendida, como por ejemplo, cabras, carneros y cerdos, además de la fauna con esta característica, como zainos y venados. Esto quiere decir que este virus tiene muchos vectores, además de que puede ser llevado de un lugar a otro en el calzado de la gente y en las llantas de los vehículos que han estado donde hay animales afectados.

Normalmente la solución es aplicar el ‘fusil sanitario’, es decir, sacrificar a los animales, entre otras cosas porque los que sobreviven la virosis pueden quedar improductivos por varias causas, incluida una afección al miocardio.

Prevenir la aftosa requiere de mucha disciplina y de mucho control de las autoridades sanitarias, en primer lugar del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), y luego de las autoridades de carretera, que deben controlar los documentos de los bovinos transportados por allí. Se sabe que hay organizaciones delincuenciales entre Venezuela y Colombia, trayendo ganado de allá para acá, especialmente para los mataderos, aprovechando los mejores precios de venta en Colombia. No es descabellado suponer que si en Venezuela no hay vacunas ni para la gente, mucho menos las habrá para el ganado.

La aftosa hace un daño enorme, no solo porque a Colombia de inmediato le dejan de comprar ganado muchos países para no llevar el contagio hasta allá, sino que acaba con el trabajo genético ganadero. Los criadores de ganado emplean varias generaciones para mejorar la calidad de sus ejemplares, especialmente en el caso de los lecheros, y la fiebre aftosa arrasa ese esfuerzo con frecuencia traspasado de padres a hijos.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los ganaderos en el país son pequeños y medianos, la aftosa tiene un poder destructivo enorme al hacer reducir no solo la producción de carne y leche, encareciendo estos productos, sino que destruye muchos de los empleos del campo.

Esto por supuesto es más que una tragedia personal o familiar, sino un retroceso nacional, porque afecta la calidad del hato del país y hace retroceder su producción y productividad. Este daño es especialmente grave cuando se pretende producir la misma cantidad de leche y carne con menos cantidad de tierra, para incrementar así la superficie utilizada en agricultura y minimizar el efecto de la ganadería en la producción de los gases que afectan la capa de ozono.

Controlar la fiebre aftosa es entonces de gran interés nacional y debe tener la máxima atención del Gobierno, desde el presidente Duque hacia abajo.

 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS